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Reportaje:

El arte oculto de Cuatro Caminos

Un vecino de Tetuán 'descubre' en un libro las principales obras que adornan el barrio

Hay en La Ventilla, uno de los barrios más populares y transitados de Tetuán, una gran escultura en bronce de san Francisco Javier. Decenas de personas pasan delante de ella cada día sin hacerla el menor caso. Muy pocos saben que se trata de una obra de Pablo Serrano, un escultor conocido internacionalmente. Lo mismo le ocurre a una escultura de Chillida que reside en un parque próximo; a las vidrieras de la iglesia de los Sagrados Corazones; o a varias cerámicas que decoran edificios de esta zona de Madrid. Son piezas que no aparecen destacadas en las guías. Son obras del arte desconocido de la ciudad, desconocido porque muy pocos reparan en él."En esta zona de Madrid están representados los escultores que fueron importantes en los setenta y los ochenta", declara José María Carrascal, un vecino de Tetuán, abogado laboralista y publicista de profesión, que se ha propuesto sacar a la luz las obras de arte que hay en su zona.

Tras muchos meses documentándose en hemerotecas, bibliotecas o archivos privados, Carrascal ha concluido el libro Cuatro caminos del arte (Ediciones La Librería), en el que se da una detallada descripción de las artes plásticas (escultura, pintura, vidriera, cerámica o artes aplicadas) que hay en torno a Tetuán, Cuatro Caminos y el noroeste de Madrid: una zona poco acostumbrada a que se le haga caso por sus tesoros artísticos.

"El arte contemporáneo está muy representado en esta zona. Hace dos décadas se levantaron muchas iglesias en las que trabajaron los arquitectos y artistas más importantes del momento", comenta Carrascal. En su libro destaca la atención que presta a las vidrieras. "Pretendo paliar la escasez de conocimientos sobre estas obras. No hay derecho a que se les haga tan poco caso", dice el autor. Es el caso, por ejemplo, de las vidrieras de la iglesia de los Sagrados Corazones, de Carlos Muñoz de Pablos; o las de la iglesia del Hospital de los Jornaleros (Raimundo Fernández Villaverde, 18). Carrascal también ha viajado a la estación de Chamartín para descubrir sus valores. De aquel lugar destaca los paneles de cerámica realizados por José Lucas y bautizados como Espejo de un valle infinito. En un lateral del vestíbulo se encuentra Torso, una escultura de Elena Laverón. En la entrada, un conjunto escultórico de Agustín Ibarrola: Ola al ritmo de la txapalarta, rinde homenaje al mar y al ferrocarril.

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