Una generación en pleno vuelo
Aquel 8 de agosto, Kiko volvió a marcar el gol de Marcelino. Su tanto en el minuto 90 dio a la selección española de fútbol, como el cabezazo certero del ariete aragonés en la Eurocopa de 1964, una victoria de relieve internacional jamás conseguida antes ni después. Ese toque suave a un balón suelto igualó la trascendencia del triunfo ya lejano ante la selección soviética, y se convirtió en el 3-2 que otorgaba a España la medalla de oro de los Juegos de Barcelona. El gol de Kiko aparecía apenas hora y media después de que Fermín Cacho hubiera ganado una de las pruebas míticas del olimpismo: los 1.500 metros. El suplemento que EL PAÍS publicó durante los Juegos rotuló su portada con este título: "Despega una generación".Aquella generación ya está en vuelo, y por eso los tenistas Corretja y Moyà han disputado este año dos grandes finales españolas en torneos del máximo prestigio mundial: Roland Garros y Masters.
La consagración del deporte español como bloque nació en 1992. La representaron Jordi Arrese, García Chico, Dani Plaza, Jesús Rollán, Manel Estiarte, Arantxa y Conchita, Míriam Blasco, Rafa Pascual, Almudena Muñoz, José Manuel Moreno, María Victoria González, Antonio Peñalver, Juan Carlos Holgado... y en las más variadas disciplinas: hockey, waterpolo, atletismo, tiro con arco, ciclismo... Pero entonces apenas se vislumbraba lo que vendría después.
De podio en podio
Y después sucedió que se acabaron los complejos, con inversiones en el deporte de base, con el éxito del Plan ADO. Algunos de aquellos triunfadores de Barcelona 92 siguieron saltando de podio en podio, otros vivieron un recorrido triunfal más efímero; pero todos cimentaron una euforia y una autoestima que alentó también a Carlos Sainz o Àlex Crivillé, y que ha confluido en esa final del Masters. Un éxito que salía de la ya familiar tierra batida para conquistar el suelo duro, siempre temido por nuestros tenistas. Un hito comparable con esos primeros triunfos en las grandes cilindradas o con la primera gran contrarreloj de Perico Delgado cuando el ciclismo español parecía predestinado a deslumbrar sólo en las etapas de los Pirineos.El Masters de tenis hizo que los españoles saborearan la confianza depositada en sus compatriotas, y por tanto quizás también la que se hayan destinado a sí mismos. Porque el triunfo más sólido -ganador y finalista- llegaba en una competición de audiencia mundial, en terreno desfavorable y fuera de casa.
El deporte español está ahora mejor organizado, y los jóvenes tienen más oportunidades de progresar en él. Sólo el fútbol, precisamente el deporte más popular, sigue mostrando un gran agujero. Los equipos sub-21, sub-23, sub-17 y demás sub posibles acumulan títulos cada año, incluida la medalla de oro de 1992. La única explicación para el desastre en la selección absoluta debe de tener alguna relación con unos directivos que cada vez parecen más ajenos a este país eficaz, preparado, confiado en sus propias posibilidades y tan seguro de sí mismo como Corretja y Moyà en su lucha contra los gigantes.
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