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Varios congresistas republicanos aceptan la censura a Bill Clinton para evitar el juicio

La Casa Blanca ha recibido como un balón de oxígeno el apoyo inesperado de al menos cuatro congresistas republicanos que el sábado habían votado en la Cámara de Representantes a favor del impeachment de Bill Clinton. En una carta al líder de la mayoría republicana del Senado, cuatro congresistas de este partido piden que se examinen las acusaciones al entender que conviene "buscar un remedio que no sea la expulsión del cargo". Mientras, los consejeros de Clinton dudan entre aceptar una censura o apostar por la absolución en el juicio en el Senado.

Fuentes del Partido Republicano aseguran que sólo cuatro congresistas firman la carta, pero varios más la apoyan. El mensaje enviado al líder republicano del Senado tiene más valor al tratarse de congresistas que siguieron la disciplina de voto de su partido y pulsaron el "sí" en cada una de las cuatro acusaciones votadas el pasado sábado en el Congreso.En la carta enviada al líder de la mayoría republicana del Senado, Trent Lott, los congresistas de este partido abogan abiertamente por pactar una censura para Bill Clinton y, de ese modo, evitar el juicio en esa cámara.

"No queremos que nuestros votos (favorables al impeachment) se interpreten como que la única forma de acabar con esto sea la expulsión del cargo" del presidente Clinton, escriben los cuatro congresistas. A pesar del sentido de su voto el pasado sábado, los congresistas republicanos parecen hacer suyos algunos de los argumentos empleados por los demócratas: "Al considerar esta cuestión, el Senado debería tener en cuenta el motivo del falso testimonio del presidente, el grado de relación de ese falso testimonio con sus tareas oficiales y el grado en el que su conducta amenaza la integridad y el funcionamiento del Gobierno".

Si esas razones no alegraran a los demócratas, los congresistas republicanos añaden: "El Senado también debería tener en cuenta el deseo de los votantes americanos". Quieren "un remedio" conscientes de que no se conseguirán los votos necesarios para la destitución. El senador demócrata Christopher Dodd también utilizó ese argumento ayer en una reunión con John Podesta, jefe de Gabinete de la Casa Blanca. Nadie en Washington baraja todavía la posibilidad de que el juicio contra Clinton no llegue a celebrarse. Políticos de ambos partidos y expertos constitucionales dan por hecho que, al menos, el trámite de la apertura de juicio comenzará antes de que se pueda pactar una vía alternativa que anule un proceso que duraría entre tres semanas y un año.

El líder de la mayoría republicana del Senado ya insistió en su día en que el proceso contra Clinton comenzaría aunque hubiera de por medio negociaciones para una posible censura. La falta de precedentes y la desbandada de senadores (mayor que nunca por la disolución de las cámaras y las vacaciones navideñas) deja el asunto en el terreno de las especulaciones. Aún así, varios senadores republicanos parecen moverse, poco a poco, hacia el terreno en el que el pasado lunes se adentró Orrin Hatch, presidente del comité de Asuntos Judiciales del Senado: una censura al presidente, a cambio de evitar el espectáculo de un proceso que puede hacer todavía más daño a las instituciones. Su compañero Kay Bailey, senador por Tejas, aseguró ayer que están abiertas "muchas puertas, y creo que la censura va a ser una de ellas".

También hay enfrentamientos partidistas por la elección de los llamados managers, los políticos encargados de actuar como fiscales en el juicio del Senado. El presidente del comité de Asuntos Judiciales del Congreso, Henry Hyde, propuso a los 13 miembros republicanos de ese comité, incluido él mismo, pero los demócratas exigen (y lo van a conseguir) que esa decisión sea votada de nuevo por el Congreso cuando se formen las cámaras el 6 de enero. Es decir, cuando la mayoría republicana sea mucho más precaria que la actual.

"La voz de la razón"

En el primer plano de la línea de defensa de Clinton se ha situado el vicepresidente Al Gore, que ha apostado por "un compromiso justo entre los partidos" para cerrar el proceso y pide al Senado que se levante "para ser la voz de la razón, la reflexión y la curación que EEUU necesita".Sin embargo, algunos de los consejeros más cercanos al presidente consideran que una simple censura puede hacerle más daño que un juicio en el Senado del que saldría previsiblemente absuelto. Los asesores de Clinton piensan que el presidente saldría más fortalecido con un juicio ganado que con una censura aceptada.

Hasta ahora, la Casa Blanca dejaba abierta la posibilidad de alegar la hipotética ilegalidad del proceso, pero esa táctica se difumina porque ha irritado a varios senadores demócratas.

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