Un nuevo ataque alcanza objetivos vitales

Feroces explosiones seguidas de columnas de humo blanco sacudieron anoche Bagdad como consecuencia del segundo ataque desencadenado, a partir de la puesta del sol en Oriente Próximo, por las fuerzas navales y aéreas de Estados Unidos en el golfo Pérsico. El segundo asalto de Zorro del Desierto contra Bagdad y otras ciudades iraquíes fue aún más contundente que el primero. Mientras las cadenas de televisión retransmitían en directo el inútil disparo a los cielos de las ametralladores y baterías antiaéreas iraquíes, William Cohen, secretario de Defensa, calificaba en Washington de "éxito" el primer ataque, que, sin producir la menor baja norteamericana, destruyó "importantes objetivos estratégicos".

El ataque que se desarrollaba anoche incluía un mayor uso de la aviación que en el primero. Participaban los aparatos Navy EA-6B Prowler con misiles HARM del portaaviones USS Entreprise y bombarderos B-52, dotados de misiles de crucero, al igual que aviones Tornado británicos. Los B-52, que procedían de su base de Diego García, en el Pacífico, lanzaron bombas de un peso y carga explosiva dos veces superiores a los Tomahawk disparados desde buques. Una vez más, la disparidad de fuerzas entre los atacantes norteamericanos y los defensores iraquíes era descomunal y el Pentágono tampoco esperaba daños humanos y materiales en este segundo asalto.Los más de 50 objetivos del primer ataque, en el que fueron lanzados desde buques de guerra más de 200 misiles crucero Tomahawk, fueron baterías de misiles antiaéreos, radares y centros de control, cuarteles de la Guardia Republicana, otras unidades militares y los servicios de inteligencia, aeropuertos y fábricas de armamento. Y también un palacio presidencial de Bagdad.

Cohen estaba flanqueado por el general Henry Shelton, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos, quien, mostrando fotos aéreas tomadas antes y después del ataque, dio por destruido el principal centro militar de Bagdad. Esas fotos fueron tomadas en la madrugada iraquí de ayer por satélites espía y aviones espía U-2 estadounidenses.

El cuartel general de la brigada especial de Seguridad de Bagdad, dijo Shelton, "es ahora una ruina. Cuatro de sus cinco barracones están destruidos". Con ese mismo tipo de pruebas fotográficas, también proclamó la eliminación física de la central de los servicios de inteligencia iraquíes. Shelton no quiso dar una cifra de posibles bajas iraquíes, porque señaló que, como el ataque había sido anunciado por las sirenas de Bagdad, los establecimientos alcanzados podían estar casi vacíos.

"Sadam Husein", dijo el general, "no era el objetivo de la operación". Cohen precisó que Zorro del Desierto pretende reducir la capacidad iraquí de "amenazar a sus vecinos con armas químicas o biológicas" y no terminar con el dictador iraquí ni con el pulso, que ya dura una década, entre EE UU y su régimen. Cohen no quiso anticipar el momento final de la campaña militar, pero confirmó que el Gobierno de Clinton no desea que se prolongue durante el inminente mes del Ramadán.

Zorro del desierto podría prolongarse uno o dos días más y no irá más allá del fin de semana. A su término, EE UU, dijo Cohen, mantendrá "por un período indefinido" su despliegue militar en el Golfo y su política de "contención" de Sadam. Shelton negó que sus fuerzas en el Golfo se vayan a quedar cortas de misiles de crucero al actual ritmo de lanzamiento. Hoy, informó, llegará a la zona el grupo de combate aeronaval del portaaviones Carl Vinson, que lleva más de 500 artefactos de este tipo.

La mayor participación de la aviación en el castigo a Sadam se incrementará en la fase final de Zorro del desierto. Antes de darla por terminada, EE UU empleará a fondo la totalidad de los 246 aviones de combate que tiene o están a punto de llegar al Golfo, incluidos F-14 y F-16 y unos diez aviones invisibles F-117. El Pentágono aceptaba ayer que la mayor actividad aérea suponía un incremento del riesgo de pérdidas humanas estadounidenses.

La desproporción entre los medios del bando anglosajón y el iraquí es, sin embargo, extraordinaria, como confirmaron las imágenes televisivas de la patética defensa de Bagdad. "Somos las víctimas de la crisis en Washington. Esos políticos corruptos y desesperados quieren desviar la atención de sus sucias vidas agrediendo a otras naciones", manifestó ayer en Bagdad el ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Mohamed Saed al Sahaf. Su Gobierno aseguró anoche que 25 personas habían muerto y otras 75 resultado heridas en los primeros ataques norteamericanos y británicios.

El ministro iraquí confirmó que las bombas alcanzaron el palacio en que reside Hala, la hija de Sadam Husein, quien pudo escapar del ataque. Además, reconoció que los misiles estadounidenses impactaron en el cuartel general de los servicios de inteligencia militar y de la policía y en otras instalaciones gubernamentales que, según Sahaf estaban en el programa de supervisión de los inspectores de Naciones Unidas. Algunas zonas residenciales de Bagdad y de otras ciudades iraquíes fueron duramente afectadas por los ataques.