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La Comisión desafía al Parlamento Europeo a que haga una moción contra el Presupuesto

Xavier Vidal-Folch

Lucha de cojos. La Comisión Europea desafió ayer al Parlamento Europeo a que vote una moción de censura contra ella si está dispuesto a negarle hoy la luz verde a su ejecución (descarga) del presupuesto comunitario de 1996, que gestiona Bruselas. La Cámara está fuertemente dividida, entre quienes pretenden votar contra la Comisión, por los casos de fraude -buena parte de los democristianos, verdes y extrema derecha-, y quienes la apoyarán, sobre todo socialistas y radicales. Si el voto es negativo se abrirá una grave crisis institucional en la Unión Europea (UE), justo en el momento en que debe resolverse la batalla financiera para el periodo 2000-2006.

Una votación negativa en Estrasburgo no significa inmediatamente el rechazo de la ejecución -debe remitirse de nuevo a la comisión parlamentaria de vigilancia presupuestaria y luego volver al plenario-, pero políticamente pondría en graves aprietos al Ejecutivo, la Comisión que preside Jacques Santer, al suponer una censura tácita.Pero que tampoco implicaría necesariamente su dimisión. El colegio de comisarios alegó ayer que ha hecho ya bastantes esfuerzos de transparencia y de persecución del fraude, por lo que optó por la resistencia, rechazando convertirse en una institución más débil.

Por eso lanzó un desafío. ¿Cuál? Devolver la pelota a la Cámara. En una declaración pidió el voto favorable y echó un pulso, asegurando que las posibilidades de cerrar la batalla financiera en 1999 "dependen mucho de la credibilidad y de la autoridad" de la Comisión, que quedarían "gravemente afectadas" en caso de un voto desfavorable. Es decir, su papel arbitral entre los 15 Gobiernos resultaría muy mellado, y las negociaciones financieras, perjudicadas: un aviso para los diputados alemanes, cuyo Gobierno las elevó a clave de su presidencia europea, que empieza el próximo 1 de enero.

Casos de fraude

El asunto es muy curioso. Ya en la investidura del equipo del democristiano Santer, la opinión del Parlamento se mostró dividida, y fue gracias a los votos de los socialistas mediterráneos como Santer consiguió el suficiente apoyo. Ahora, nórdicos y alemanes han hecho de las acusaciones sobre casos de fraude un casus belli, tomando el presupuesto como rehén institucional. Esta tendencia se ha amplificado tras la pérdida del poder de la Democracia Cristiana en Bonn, lo que ha estimulado su vocación opositora.Los grupos están divididos. El mayoritario, socialista (214 escaños), votará a favor de la Comisión, por sospechar que existe una conjura derechista contra los comisarios socialistas mediterráneos, después de que españoles y portugueses hayan convencido a la mayoría de sus colegas alemanes para evitar el vacío al inicio de su presidencia semestral.

"Es la descarga o el caos", dramatizó la presidenta del grupo, Pauline Green, británica. Pero una parte de sus huestes desertará de la posición común. El segundo grupo, el PPE (201 eurodiputados), votará mayoritariamente en contra de Bruselas, aunque españoles, portugueses e italianos lo harán a favor.

Luego vienen los liberales (42 escaños), divididos casi por mitades. Entre los grupos restantes, verdes, Izquierda Unitaria, extrema derecha lepenista, gaullistas y berlusconianos están por el voto negativo. Los radicales, por el positivo.

La presencia física será un elemento decisivo, porque el criterio a emplear es la mayoría simple (mitad más uno) de los europarlamentarios asistentes. Algo muy diferente a las mociones de censura, que exigen el respaldo de dos tercios de los votos emitidos, y que éstos representen a una mayoría de los diputados.

Las quejas de quienes apoyan el voto desfavorable componen un amplio catálogo, que va desde la exigencia al Ejecutivo de más información sobre los casos de fraude hasta la publicidad de los intereses personales de los comisarios, pasando por el examen del funcionamiento de los servicios, la revisión del estatuto de los funcionarios y el cambio del sistema de selección de altos cargos.

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