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Los secretos del ábaco

Si a Jaime García Serrano (1956, Málaga, Colombia) alguien le llega a decir cuando tenía ocho años que perder un pedazo de su bocadillo por no saber resolver una operación matemática le iba a convertir en uno de los calculistas más importantes del siglo, como mínimo le hubiera tomado por loco. Y, sin embargo, fueron precisamente las reiteradas apuestas con sus hermanos y amigos con el bocadillo en juego cuando caminaban hacia el colegio las que incubaron su afición por los números. Ahora, con 42 años, este mecánico de profesión es capaz de resolver en centésimas de segundo las operaciones más intrincadas: saca una raíz de 13 a un número de 100 dígitos en 15 centésimas y calcula las funciones trigonométricas antes de que una calculadora indique la cifra. Ayer dejó boquiabiertos a los más de cien alumnos del campus universitario de Vitoria que asistieron a una rápida demostración de cálculo en el salón de actos de la Facultad de Farmacia de la UPV. Pero, además de las apuestas, un instrumento secular ejerció una decisiva influencia sobre Serrano: el ábaco, un pequeño cuadro de madera con diez cuerdas paralelas con otras tantas bolas móviles en cada una de ellas y que antiguamente se usaba en las escuelas para enseñar a los niños los rudimentos aritméticos. "Es el primer ordenador que el hombre inventó. Me lo dio un profesor con diez años y ésa fue mi arma. Hasta ese momento suspendía matemáticas. Pero cuando tuve el ábaco en mis manos y descubrí las fórmulas para usarlo no perdí más bocadillos", recuerda Serrano. Desde entonces, su carrera ha sido imparable. Es un autodidacto. Su capacidad no la ha adquirido en las universidades. Procede de las investigaciones, que paulatinamente le han proporcionado las "fórmulas mágicas" para dejar a las calculadoras a la altura de un párvulo en matemáticas. En el Libro Guinnes de los Récords ya tiene registradas cinco marcas. Los asistentes a la demostración de ayer quedaron maravillados. García Serrano corrigió a las calculadoras sobre el resultado de un arco seno y calculó el día de la semana en que cayó cualquier día del mes desde el año cero hasta un millón. Y todo antes de que los segunderos de los relojes pudieran arrancar. "Esto no se logra de un día para otro; me ha llevado años de sacrificio y, sobre todo, de trabajar mucho la técnica. ¿Truco? Todo es científico". García Serrano ha recibido ofertas de empresas informáticas, pero por ahora prefiere las conferencias y las demostraciones públicas, que realiza por todo el mundo a petición del Gobierno de su país. "Quiero impartir enseñanza para mejorar la imagen de Colombia". García Serrano también tiene otro objetivo: "Me gusta hablar con los niños para que aprendan a manejar el ábaco. En los colegios lo tienen en el armario y cuando lo usan es para enseñar a los pequeños a contar de 1 a 10 y los colores, pero no lo emplean para operaciones más complejas".

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