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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De Pergolesi al tango

Las Juventudes Musicales de Madrid convocaron el miércoles a sus adictos para un concierto extraordinario. Tocaba el violonchelista Yo Yo Ma, de origen chino aunque nacido en París (1955) y nacionalizado norteamericano. Como su pasaporte, es también su arte: un cruce de escuelas, herencias expresivas y pensamientos estéticos. Con Yo Yo Ma ha venido la excelente pianista Kathryn Stott, formada por Perlemuter y Boulanger, y colaboradora digna del gran violonchelista con el que comparte sus triunfos. Entre ambos nos invitaron a un atractivo viaje musical por el tiempo y la geografía.La Suite italiana, de Stravinski, o sea, una transcripción de Pulcinella realizada por el autor y violonchelista Piatigorski, y la Sonata en fa mayor, de Brahms, compusieron la primera parte del programa. Una y otra maravillaron a la audiencia, pues el virtuosismo preciosista de Yo Yo Ma, al que se suma el de la pianista Stott, es de una jerarquía artística, de una elegancia sensible y de un detallismo magistrales. Quien conozca el lago de Thun, lírico, sereno y triste, tan querido y frecuentado por Brahms, entenderá bien los pentagramas nacidos a su orilla hasta los que llegan tenues ecos schubertianos. Así, en esta sonata escuchada ahora en interpretación plena de fantasía pero entrañada en un rigor conceptual de alto porte. El sonido de Yo Yo Ma no es tan grande como el de un Rostropóvich o un Casals, mas posee una belleza fuera de serie: parece cantarnos al oído en un sutil ejercicio de intimidades. Para Stravinski, tan distinto, cello y piano se llenaron de gracia y de luz, de poética ironía y dejes melancólicos tan propios de Pergolesi, sobre el que se basa Pulcinella y sus diversas transcripciones.

Yo Yo Ma

Juventudes musicales de Madrid. Concierto extraordinario: Yo Yo Ma, violonchelista, y Kathryn Stott, pianista. Auditorio Nacional, Madrid, 9 de diciembre

En la segunda parte penetramos en el mundo norteamericano para rendir homenaje a Juan Sebastian Bach a través de las Nuevas variaciones Goldberg, realizadas sobre el aria, por Peter Lieberson (1946), John Corigliano (1938), Peter Schickele (1935) y Richard Danielpour (1956). Cada autor tiene su propuesta desde la reinvención bachiana de Corigliano a la introducción de expresiones procedentes de la música popular en Schickele. Desde esta mixtura fue fácil el paso a los aires de tango de Astor Piazzolla, aliados con las enseñanzas de Ginastera y de Boulanger. Fue pues un concierto fluido y variopinto dentro de una cierta lógica y, sobre todo, unificado por el quehacer del dúo Yo Yo Ma-Stott de calidades superlativas. Hubo lleno y asistió a la primera parte la reina Sofía.

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