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La Abadía teatraliza una visión crítica del 98

El director y autor Ernesto Caballero estrena hoy '¡Santiago (de Cuba) y cierra España!'

El Teatro de la Abadía, de Madrid, dirigido por José Luis Gómez, está atento este año a las conmemoraciones de centenarios en los que el mundo escénico tiene protagonismo: Bertolt Brecht o Federico García Lorca. Ahora le toca el turno al 98 y para ello se ha contado con el autor y director Ernesto Caballero, quien hoy estrena ¡Santiago (de Cuba) y cierra España! El espectáculo huye abiertamente de visiones historicistas para convertirse en una aportación crítica, satírica y corrosiva de aquellos acontecimientos y de sus derivaciones hasta nuestros días.

Ramón Gómez de la Serna, La Chelito, la Dama de Elche, Emilia Pardo Bazán, la Fornarina, la Bella Otero, cuatro borbones de los últimos dos siglos como Alfonso XII, Alfonso XIII, la reina Cristina y Juan Carlos I; y otros personajes atrabiliarios, unos históricos y otros no, conforman la galería de individuos, en total 54, a los que Ernesto Caballero ha dado protagonismo en su obra."Cuando me encargaron que preparara un espectáculo sobre los acontecimientos del 98 no me sentía capacitado para hacer una obra historicista, pero sí para ofrecer una reflexión sobre aquellos acontecimientos y, especialmente, sobre las derivaciones suscitadas a raíz de aquellos hechos y hasta nuestros días", dice Caballero. Desde el punto de vista estético y escénico el director ha recurrido a las modas teatrales de aquella época, lo que le ha llevado a realizar una investigación sobre géneros como el ínfimo, el chico y las linternas mágicas, llegando a rescatar para su espectáculo algunos números de cupletistas de la época.

El resultado final ha sido, según el director y autor, una historia corrosiva, amable e irónica: "Santiago... es una historia caleidoscópica, ecléctica, donde se relacionan distintos géneros que van desde el melodrama prerromántico a la revista pasando por desarrollos irónicos que tienen que ver con el género musical que goza de popularidad en la época, como son las revistas azarzueladas".

Drama alegórico

Junto a estos elementos se desarrolla un drama alegórico, en el que tiene especial protagonismo el alma española, así como diversas peripecias en las que se reflejan constantes de la prensa satírica y las caricaturas de aquella época: "No podemos olvidar la huella de donde venimos y muchas cosas de las que han pasado este siglo son consecuencia directa de aquel desastre".En cuanto al espacio escénico, con iluminación de Juan Gómez Cornejo y escenografía de Mónica Quintana, viene definido por el hundimiento del acorazado Maine, del que en todo momento los espectadores sólo ven la jarcia como última parte visible del barco antes de sumergirse en el mar. ¡Santiago... también encierra un homenaje a la generación de intelectuales anterior a la más conocida del 98: "Eran mucho más vanguardistas y bohemios que los nombres obvios que todos conocemos y fueron fagocitados por los del 98", señala Caballero, quien ha creado un personaje, Enrique Barón, que es un trasunto de esa generación mucho más rompedora encabezada por autores como Alejandro Sawa o Silverio Lanza.

Caballero, de 40 años, no oculta que él también se siente miembro de una generación teatral como autor y director, a la que algunos llaman bocadillo, que se ha visto obligada a ser espectadora, ya que la generación anterior (Boadella, Sanchis Sinisterra, Alonso de Santos, Fermín Cabal, Lluís Pasqual, José Luis Gómez, José Carlos Plaza...) ha sido protagonista de la renovación teatral en España y la posterior (Juan Mayorga, Sergi Belbel, Eduardo Vasco, Yolanda Pallín, Antonio Álamo,...) viene empujando fuerte: "Nuestro lugar ha sido servir de puente y ver el auge de los directores en detrimento de los autores, pero ahora espero mucho de los jóvenes".

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