Michel Tournier se define como "un artesano que trabaja para el lector"

Lejos de los elitismos y de las poses artísticas de algunos escritores, el francés Michel Tournier se definió ayer como "un artesano que trabaja para el lector". Considerado como uno de los autores franceses más prestigiosos de los últimos años, Tournier comenzó a escribir pasados los 40 años, tras un intento frustrado de convertirse en profesor de filosofía. Ahora bien, la filosofía y los mitos están muy presentes en la obra del autor de Viernes o los limbos del Pacífico.

"Yo no escribo para mí ni para encontrar una moral o un sentido a las cosas. Escribo ni más ni menos que para ser leído". Michel Tournier (París, 1924) se sintió ayer muy halagado por recibir un homenaje en España, que tendrá lugar hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con la presencia de expertos en su obra. El autor de El rey de los alisos o de Los meteoros confesó ayer, ante un grupo de periodistas españoles, que comenzó a dedicarse a la literatura tras ser suspendido en unas oposiciones para profesor de filosofía en la Universidad francesa."Yo quería emular a maestros como Spinoza, Kant o Leibniz, pero no fue posible. De este modo, ejercí varios oficios, incluido el de periodista, y empecé a participar en programas de radio y de televisión y a escribir literatura infantil". Apasionado de la teoría del conocimiento y del choque entre el sujeto y el objeto, Michel Tournier puso ayer un ejemplo de las relaciones entre la filosofía y la literatura. "Supongamos que yo soy Cervantes y he escrito El Quijote. En esta novela se plasma de un modo clarísimo el enfrentamiento entre la teoría de la novela caballeresca y el encuentro con la realidad pura y dura".

Robinson Crusoe

Pero, sin apelar al gran novelista español, el propio Tournier fabuló sobre estos dilemas filosóficos en Viernes o los limbos del Pacífico, su primera novela, basada en el mito de Robinson Crusoe, creado por Daniel Defoe. "Existe una filosofía oculta en el hecho de colocar a un hombre en una isla desierta", señaló el escritor francés. "Se trata", añadió, "de un náufrago que dispone de alimentos y de agua para sobrevivir, pero que vive durante dos décadas sin memoria, sin sexualidad, sin la presencia del otro. ¿Qué ocurre cuando aparece el otro, Viernes, que además es negro, en contraste con el blanquito inglés y cristiano que es Robinson? Pero, junto a esta filosofía oculta, aparecen también en aquella famosa novela historias de caza, de pesca, de baños en el mar, de tempestades, aspectos muy reales y cotidianos".Al lado de la fabulación en torno a los mitos, incluidos los Reyes Magos en su novela Melchor, Gaspar y Baltasar, el viaje está siempre presente en la obra de este francés que no puede ocultar un aire de profesor paciente y didáctico. "El viajero siempre abandona algún lugar", observó Tournier, "pero no necesariamente se trata de una huida. En todo viaje siempre existe un objetivo a alcanzar".

Poco conocido en España, pese a que la mayor parte de su obra está traducida al castellano, Michel Tournier aludió al carácter minoritario de la literatura frente al impacto de los medios audiovisuales. "El número de personas que lee", comentó, "es muy reducido. No hay más que contemplar la grave crisis que padece la prensa escrita francesa. De todos modos, no pasa nada porque un escritor no sea famoso. La autora de Lo que el viento se llevó, una de las novelas más famosas de la historia, es Margaret Mitchell, una mujer de la que no disponemos ni siquiera de un retrato, no sabemos la cara que tenía". Germanista y filósofo de formación, autor de varias novelas, cuentos, ensayos y una autobiografía, Michel Tournier ha ganado varios premios de prestigio, como el Goncourt, en 1970, o el Goethe, en 1972. Con el escepticismo sobre la fugacidad de las famas, Tournier señala que quizá en el siglo XXI sean más conocidos los escritores franceses del siglo XX que hoy día.