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Entrevista:ECOLOGÍA - CONTAMINACIÓN POR METALES PESADOS

"El plomo impide que la caza sea una actividad sostenible"

El plomo es un producto tóxico. Los perdigones que utilizan los cazadores y quienes practican el tiro deportivo son de plomo. Luego, los perdigones son tóxicos. Con este simple silogismo ilustra Vernon G. Thomas, profesor de la Universidad de Guelph (Canadá) y uno de los más reconocidos investigadores de los efectos de este metal pesado sobre los ecosistemas y la vida salvaje, el riesgo potencial que supone la acumulación de plomo en los parajes naturales. Thomas, que ha documentado un buen número de casos de envenenamiento de aves por plomo en Estados Unidos y Canadá y que participa regularmente en la elaboración de propuestas alternativas al uso actual de munición, aboga por la búsqueda de sustitutos que hagan de la caza y el tiro deportivo una actividad sostenible. La solución a este grave problema, considera, "es un paso más en la evolución de la caza".Pregunta. ¿Qué problemas puede acarrear el plomo en el medio natural?

Respuesta. El plomo tiene un largo periodo de permanencia en el medio, que puede oscilar entre 100 y 300 años. Durante este tiempo, los perdigones se irán degradando e incorporando al suelo, y de éste, a los animales y a las plantas. A corto plazo, y esto es lo que está pasando ahora mismo, los animales, especialmente las aves, ingieren los perdigones y los almacenan en su buche, donde acaban degradándose y propiciando que el plomo pase a distintos tejidos. Los animales acaban muriendo a los pocos días o bien son presa fácil para sus predadores, que se aprovechan de los trastornos que les provocan. En algunas áreas, como los humedales, hay toneladas de plomo depositadas. Esto ocurre en España: en la Albufera de Valencia, el Delta del Ebro, el Hondo, tal vez en Doñana... Hay puntos de Australia o de Estados Unidos donde las cantidades de plomo detectadas han obligado a prohibir la caza o el tiro deportivo. En esos puntos se ha verificado la contaminación del agua, del suelo e incluso de los alimentos.

P. Pese al conocimiento acumulado, el problema persiste.

R. En efecto, pero ya hay países que están tomando acciones. En puntos de Estados Unidos y Canadá, además de muchos de los países del norte de Europa, se ha limitado el uso de perdigones de plomo o incluso se ha llegado a prohibir. Pero no tiene tiene sentido tomar acciones si éstas son restringidas. Las aves realizan largos trayectos, incluso entre continentes, durante sus migraciones. Sólo por España transitan cerca de 50 millones de aves cada año. No tiene sentido que Holanda y Finlandia prohíban los perdigones de plomo si en Francia y España todavía se usan.

P. ¿Es en estos países donde existe un riesgo de contaminación mayor?

R. La zona de mayor riesgo en Europa es el Mediterráneo por la coincidencia de dos factores: por una parte, es una de las rutas migratorias de mayor densidad, y, por otra, países como Grecia, Malta, Italia, Francia y España han soslayado el problema hasta fechas recientes.

P. ¿Cómo valora la situación en España?

R. El proceso que se vive en España es similar al que se ha vivido en todo el mundo. A los cazadores les cuesta creer que su actividad cause un problema ambiental grave. Muchos de ellos dicen: "Yo nunca he visto un pato muerto a causa de una intoxicación por plomo". Y eso es probablemente cierto. Pero el problema existe. En España se ha documentado la muerte de unas 50.000 aves cada año a causa del plomo.

P. Si el problema es tan evidente, tal vez falte información.

R. Ciertamente. Es preciso que la Administración adquiera mayor protagonismo y que las asociaciones de cazadores asuman responsabilidades y adviertan a sus miembros de los peligros del plomo. Pero, del mismo modo, deben insistir en que existen soluciones satisfactorias que no impiden el desarrollo de su actividad.

P. ¿Qué tipo de soluciones?

R. El primer paso es aceptar que el plomo es un problema y que es grave. Existe suficiente información científica que lo corrobora. Del mismo modo, hay que explicar a los cazadores que existe munición no contaminante y que su uso no significa el fin de la caza. Simplemente representa el próximo paso en la evolución de esta actividad. Hacer uso de estas alternativas puede contribuir a que la caza sea una actividad sostenible. El plomo impide su sostenibilidad.

P. Usted ha hablado con representantes de asociaciones de cazadores españoles. ¿Qué conclusiones ha sacado?

R. Mi impresión es positiva. La Administración, a través de representantes del Ministerio de Medio Ambiente, ha manifestado públicamente que el problema existe, que es real, pero que también hay soluciones. Por otra parte, entre representantes de cazadores y de armeros también se admite que debe tomarse algún tipo de medida. Parece que hay un cierto consenso en la idea de buscar sustitutos para los perdigones de plomo y tratar de regular la práctica de la caza acorde con la experiencia de otros países y los conocimientos acumulados.

En España, el Ministerio de Medio Ambiente, así como asociaciones de cazadores y armeros admitieron, no sin una cierta resistencia, la gravedad del problema en una reunión informativa celebrada en Segovia el pasado mes de julio. Pese a ello, en ningún punto de España se han tomado más medidas (como eliminar el plomo de los perdigones) para frenar la presencia del plomo que las simplemente informativas.

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