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Annan reclama normas para poder juzgar a gobernantes que violen los derechos humanos

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, pidió ayer ante la Asamblea Nacional francesa la puesta en marcha de "un nuevo sistema de normas" universal que garantice el efectivo respeto de los derechos humanos y "permita juzgar con objetividad a los estados y a sus dirigentes". En la capital francesa, convertida durante estos días en sede internacional de la conmemoración del 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Annan reclamó para Naciones Unidas el papel de "conciencia mundial" en el futuro orden internacional.

"Está claro", dijo Annan, "que no podremos superar los desafíos del próximo milenio con un instrumento concebido hace 50 años, pese a la indudable validez y vigencia de esos principios fundamentales". Con estas palabras, el secretario general de la ONU prestó implícitamente su apoyo a los textos sobre la bioética y la protección de las personas que trabajan en la promoción de los derechos humanos que deben ser adoptados próximamente por Naciones Unidas.Un millar de personalidades, entre ellas seis premios Nobel de la paz, participan en los actos de conmemoración de la Declaración Universal, inaugurados por el presidente de la República, Jacques Chirac, el lunes en la sede de la Unesco con un discurso en el que el mandatario francés ejerció la autocrítica, subrayando los límites a los principios adoptados hace 50 años.

En su intervención ante la Asamblea francesa, primera que lleva a cabo un secretario general de la ONU, Kofi Annan subrayó que "pretender, como intentan algunos, intervenir militarmente sin someterse al consentimiento del Consejo de Seguridad es un mal precedente". Advirtió que eso sería casi tanto "como volver al sistema de esferas de influencia fundadas sobre los intereses particulares de los Estados más que sobre el principio de responsabilidad compartida". Sus palabras fueron saludadas con aplausos, preferentemente en los bancos de la izquierda, cuando, a propósito de la crisis con Irak, apuntó la necesidad de construir un "sistema de seguridad verdaderamente colectivo" y cuando defendió la existencia de la francofonía para evitar, dijo, "la emergencia de un mundo tristemente homogéneo". Reunidas también en París, en paralelo con los actos oficiales, las ONG internacionales han acordado lanzar una campaña de protección para sus militantes y estudiado la posibilidad de dar a la Declaración de los Derechos Humanos aprobada hace 50 años una plasmación reivindicativa más concreta. Precisamente, la celebración francesa adolece de concreción pese a que los discursos, debates y actos están desarrollándose con el brillo y la solvencia característicos. Ayer, el conjunto de las ONG pidió formalmente al Gobierno británico, particularmente al ministro del Interior, Jack Straw, que, de conformidad con los compromisos internacionales suscritos, inicie el proceso de extradición de Augusto Pinochet a España. De igual manera, reclamaron a Estados Unidos que suministre toda la información en su poder sobre los crímenes contra la humanidad y las violaciones de los derechos humanos cometidos en Chile durante la dictadura. En uno de los actos previstos, el secretario general de Amnistía Internacional, Pierre Sane, entregó a Kofi Annan un libro con 10 millones de peticiones para que se respeten los derechos humanos.

Si Kofi Annan se llevó los aplausos de los diputados franceses, la atención informativa estuvo acaparada por la figura del Dalai Lama, que fue invitado por Chirac, pese a la irritación expresada previamente por las autoridades chinas.

Desprecio

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Inicialmente, debido oficialmente a un error, el Dalai Lama no figuraba en la lista de invitados al Elíseo, detalle que fue subsanado después de que los medios de comunicación dieran cuenta de esa ausencia. Por su parte, Wei Jingsheng, uno de los principales disidentes chinos, denunció ayer en la capital francesa un supuesto "desprecio" de París hacia los derechos humanos por el hecho de no haber recibido hasta el viernes la invitación a participar en los actos.Lejos de esa actitud, el Dalai Lama, jefe espiritual de Tíbet y premio Nobel de la paz en 1989, se mostró optimista respecto a la evolución de China, y subrayó que lo que los tibetanos desean "es la autonomía, no la independencia".

En su encuentro con los medios de comunicación, el Dalai Lama criticó a todos aquellos que consideran que los derechos humanos están hechos para Occidente y no para Asia y el Tercer Mundo. "Yo no veo ninguna contradicción", indicó, "entre la necesidad de desarrollo económico y la necesidad de respetar los derechos humanos".

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