'Platero' y El Juli
La tarde de la quinta corrida de la temporada grande 98-99 fue memorable por las artísticas actuaciones de Del Olmo y El Juli ante los extraordinarios toros lidiados en quinto y sexto lugar respectivamente.El Juli se encontró con el maravilloso recorrido de Platero -que era una hermana de la caridad por su nobleza- y jugó con él como acontece sólo en los sueños de los niños que quieren ser toreros.
Para saludarlo le bajó las manos y, meciendo la cintura, se acopló al suave ritmo de Platero y esculpió la verónica. Tomó los rehiletes y se lució como lo había hecho en su primero. Caminándole con trincherillas y suertes de la firma condujo a la noble res a los medios. Aunque sus primeros pases en el anillo fueron atropellados, dándole la distancia idónea al animal acabó entendiendo que el oponente era una carretilla y se puso a jugar con él. Sus naturales y derechazos tuvieron un temple asombroso y los ejecutó en cámara lenta. La franela iba y venía y Platero hechizado la seguía, igual que los 43.000 espectadores que presenciaron la faena de pie, faena que no merecía ser empañada con el otorgamiento del trofeo que media plaza protestó por el desacierto de El Juli al matar.
Santiago / Armillita, Olmo, Juli
Toros de De Santiago: 2º y 5º presentables; 1º, 3º, 4º y 6º justos y chicos, descastados y sin fuerza; 1º, 2º y 4º con movilidad, 3º incierto, 5º aplaudido en el arrastre por su raza, y para el 6º hubo petición de indulto y se le dio arrastre lento por su calidad. Armillita: dos pinchazos -aviso- y media (abucheos); metisaca, media estocada caída y descabello (abucheos). Mario Del Olmo: pinchazo, media y seis descabellos (ovación y salida al tercio); pinchazo y estocada (oreja). El Juli, que confirmó la alternativa: media tendida y dos descabellos (ovación y salida al tercio); estocada atravesada, dos descabellos -aviso- y tres descabellos (oreja protestada). Monumental Plaza México, 6 de diciembre. Lleno.
El madrileño hizo gala de su facilidad y variedad con la capichuela con Torbellino, astado con el que confirmó su doctorado. Inició con quietud su trasteo con ayudados por alto pero al correr la mano por abajo no pudo con el buen estilo del adversario, aplaudido en el arrastre.
Mario Del Olmo saludó de hinojos con largas cambiadas a sus dos enemigos. Al que hizo tercero le echó el capote a la cara y lo embarcó en seis ocasiones en que dibujó la verónica. En su labor con el tardo y distraído burel dejó ver su oficio de lidiador. Pero lo meritorio del tlaxcalteca vino con Don Goyo, corrido en quinto lugar y por enrazado aplaudido en el arrastre. Toro al que, además de poderle, le dio la oportunidad de dar una lección de cómo se carga la suerte. Trazó y enhebró naturales con tal lentitud que parecía que las manecillas del reloj de la plaza se detenían. Pero lo profundo de su toreo lo demostró al ejecutar y ligar sus esculturales derechazos.
Miguel Espinosa Armillita salió a cumplir por encimita. Con el menor interés y el mínimo esfuerzo trabajó al segundo y al cuarto toros de la tarde que, aunque fue el lote menos propicio para el lucimiento, merecían haberse lidiado con mayor decisión.
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