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La CEPA propone el sacrificio de animales salvajes en Doñana para proteger al lince de la tuberculosis

La muerte de Rómulo, un macho de cuatro años, desveló hace dos meses una nueva amenaza para el medio centenar de linces que viven en la comarca de Doñana: la tuberculosis. La Confederación Ecologista Pacifista de Andalucía (CEPA) anunció ayer en Huelva que propondrán en la proxima reunión del patronato del Parque Nacional de Doñana el aislamiento y sacrificio de la fauna silvestre de la reserva que se encuentra afectada por la enfermedad. Según los datos que manejan los ecologistas, el 90% de los jabalíes y el 40% de gamos y ciervos del Parque son tuberculosos.

Las memorias anuales del Parque Nacional de Doñana reflejan, desde 1993, casos de tuberculosis en jabalíes, gatos salvajes, gamos y ciervos. Hasta ahora los responsables del Parque no habían tomado ninguna medida ya que se trataba de un mal extenso pero raramente mortal. El fallecimiento de Rómulo ha acelerado las propuestas para erradicar la enfermedad y salvaguardar así la presencia del felino más amenazado del mundo en Doñana. El sacrificio de animales tuberculosos debería "incluirse en el programa de protección del lince", a juicio de Juan Romero, portavoz de la CEPA. Los ecologistas propondrán el próximo 15 de diciembre en la reunión del patronato del Parque Nacional que se sacrifiquen los animales salvajes que puedan transmitir la enfermedad al lince. Romero aseguró en rueda de prensa que esta medida "cuenta con el apoyo de conservadores e investigadores de la Estación Biológica de Doñana". El portavoz de la CEPA recordó que, desde hace 33 años, las vacas que pastan en Doñana son sometidas a análisis para detectar la presencia de tuberculosis en sus organismos. El Ministerio de Agricultura emplea cada año miles de millones de pesetas -6.000 en 1994-, en compensaciones a ganaderos por las reses sacrificadas por la tuberculosis. Los estudios científicos sitúan en un 3% el porcentaje de contagio al hombre del microbacillus bovis, la variedad registrada en Doñana, frente a las desarrolladas por el agente causal más común, el bacilo de Koch. Aún así, Romero defendió el sacrificio de animales también por la posible incidencia de la tuberculosis en el hombre. "El freno de la infección es necesaria porque la caza furtiva en el parque es una práctica que existe, aunque no se ha cuantificado en qué medida", aseguró. La aplicación de esta medida supondría la eliminación de miles de jabalíes y cientos de cérvidos, aunque ninguna de estas especies es fundamental en la dieta del lince, de la que el conejo de monte es protagonista casi exclusivo. Expertos del Parque Nacional, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Consejería de Medio Ambiente formaron hace tres semanas un grupo de trabajo cuya primera misión es detectar, mediante análisis de laboratorio, qué especie transmite la enfermedad al lince para luego plantear medidas correctoras, entre las que no descartan el sacrificio de animales. El proyecto de investigación que afronta este grupo de trabajo apenas acaba de empezar por lo que es improbable que el patronato del Parque Nacional adopte resolución alguna en su próxima reunión. Uniformidad genética Los científicos temen la incidencia de la tuberculosis -que también fue registrada en las muestras de laboratorio de un segundo ejemplar de lince-, en la población del Coto. Los estudios de los expertos destacan la casi nula variabilidad genética del medio centenar de linces que vive en Doñana. Es decir, que si un ejemplar ha desarrollado la enfermedad habría grandes posibilidades de que ocurriera lo mismo con sus congéneres. Si se lleva a cabo el sacrificio masivo de animales tuberculosos en el Parque Nacional de Doñana, Romero planteó que, posteriormente habría que hacer " una reintroducción de animales saneados". Gamos, ciervos y jabalíes, tendrían que ser vacunados antes de ser puestos en libertad de nuevo. Los ecologistas criticaron la posición de la Administración central -que gestiona los parques nacionales-, ante el problema durante los últimos cinco años, cuando éste "había sido reconocido por la Estación Biológica".

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