Una suerte
Los hombres nunca sabremos cómo se sienten las mujeres que son maltratadas por sus maridos. Nunca. Por mucho que nos pongamos en su lugar -que no-, que abramos nuestras mentes y nuestros corazones, hasta que no estemos en su piel, no sentiremos lo mismo que ellas. Y ni siquiera así. Tendríamos que nacer mujeres.Pero tenemos la suerte de nacer hombres. Nunca tendremos la preocupación, la incertidumbre, de que algún día nos dé una paliza nuestra mujer. No es nuestro problema. ¿Verdad, señores diputados? ¿Verdad, señor juez?- . .
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