La otra cara
Hace apenas dos semanas, en este espacio, opinaba sobre la decisión de la fiscalía de Cádiz y comentaba el perro, o el pollo, que había montado por el hecho de que a un periodista se le había ocurrido decir una cosa, u otra, al fiscal, cuando el campo de Algeciras sufre una realidad delictiva que exige no se distraigan tan grandes profesionales en tan pequeños menesteres. Hoy, la fiscalía de Sevilla, fiscal jefe a la cabeza, ha solicitado la suspensión del fallo judicial en el caso de la niña acogida en Benamaurel. Su petición pretende que el derecho constitucional al desarrollo de la libre personalidad pueda hacerse verdad, cosa que no se lograría si fuera cierta la versión de la pequeña. Es la otra cara del fiscal. Aquí transforma su imagen acusatoria y se convierte en representante de menores y de toda suerte de ciudadanos que, por diversas circunstancias, no pueden hacerlo por ellos mismos. A pesar de esta actuación podría ser que la decisión judicial fuese atinada conforme a la legalidad más literal, pero también que su aplicación arrojara unas consecuencias irreparables para la pequeña, que ahora pueden evitarse. Si esto fuera así, aún sería mejor recibida la posición fiscal, porque toma en cuenta el daño que se puede causar a una persona y no se cobija en una interpretación que justificaría, ley en mano, una conducta distinta. La solución, cuenta el fiscal jefe, pasa por escuchar a la pequeña, que diga por quiénes se siente querida y protegida. Es razonable, estos son sus padres. Tal vez, si se siguiera idéntico criterio y se tomaran idénticas precauciones, se ayudaría a resolver otros problemas, movida juvenil incluida, pues difícilmente se puede dar respuesta a una problemática por medio de decisiones huérfanas de la opinión de una juventud -no la de los que ejercen un caudillaje violento- que está directamente afectada. Tan irrealizable como imponer un acogimiento sin contar con la niña. En cualquier caso, la posición de la fiscalía de Sevilla es una buena noticia. Es la otra cara del fiscal que tanto echa de menos una sociedad en la que algunos jueces y fiscales han contribuido al desprestigio de una justicia que dicen administrar, cuando en su aplicación han ignorado al ciudadano.
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