Reinventar el sonido
A primera vista Stomp es un espectáculo de difícil clasificación. No es exactamente una comedia musical, aunque se nutre de una tradición cultivada por ésta en el cine y en el teatro. Tampoco es una sesión de música escenificada, por mucho que el ritmo sea fundamental; ni de danza, por muy protagonista que sea el movimiento.Stomp es, por encima de todo, un espectáculo de reinvención del sonido, un ejercicio de democratización de la música al surgir ésta de los objetos cotidianos más insospechados y es, además, un juego lúcido, imaginativo y con sentido del humor, llevado por una compañía que lleva el diablo del ritmo metido en el cuerpo.
Se puede hablar de analogías con el arte povera, pues se hace música con escobas, cajas de cerillas, palos, bidones de basura, baldes, fregaderos, arena, agua, bolsas de plástico (¡qué maravilloso trío!), paquetes de cigarrillos, mecheros y un sinfín de objetos que están al alcance de cualquiera, mudos, esperando que alguien les insufle vida sonora.
Stomp
Creación y dirección: Luke Cresswell y Steve McNicholas. Compañía: Yes /No Productions. Festival de Otoño. Teatro Albéniz. 2 de diciembre.
Tradiciones
Stomp se nutre además de las tradiciones populares y hasta tribales, del mejor arte callejero, del teatro alternativo (nació en el Festival de Edimburgo: un símbolo) y de las más avanzadas experiencias educativas que cultivan algunas escuelas y pedagogos para descubrir la música. En España es justo recordar el libro Artilugios e instrumentos para hacer música, de Fernando Palacios y Leonardo Riveiro, en el que se enseñan muchos de los útiles musicales utilizados en Stomp.La escenografía es simple y sugerente, a base de hojalata acanalada, bidones y señales de tráfico; la música, únicamente de percusión. La apoteosis rítmica domina una experiencia en la que se invita también al público a participar con palmas o chasquidos de dedos, en una matizada gama dinámica. El del estreno respondió con intuición. Contribuyó a redondear una fiesta espontánea y desenfadada.
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