Torre-Pacheco, a vueltas con la inmigración
El pasado día 3 de noviembre apareció a toda página en EL PAÍS un reportaje de Paco Gómez Nadal que viene a reflejar, una vez más, el aspecto más negativo y negro de los pueblos que les toca vivir el fenómeno de la inmigración, como es el caso de Torre-Pacheco. Lo que pasa es que los problemas, como las monedas, suelen tener dos caras, y si sólo se cuenta lo que se ve en una de ellas, la noticia suele ser, como en este desgraciado caso, si no manipulada, sí parcial y absolutamente sesgada. Al menos es la impresión que nos da a los que, conocedores del problema en su casi total dimensión apreciamos en una serie de verdades, falsedades y medias verdades, ya que se han ignorado fuentes tan sabedoras para una opinión más amplia, rica, justa, sana y libre de prejuicios como el juzgado de Paz Local, o Cáritas Parroquial, o Policia Municipal o la propia ciudadanía de a pie.Por ejemplo, es cierto que al inmigrante se le utiliza como mano de obra barata para sacarnos las castañas de un fuego que luego no se comparte con él. Es cierto que les venden falsos precontratos, que se les tansporta como ganado, que se les cobra en algunos bares el doble que a los demás y que viven, mejor que sufren, una actitud generalizada de rechazo por parte de la población. Y esto es racismo, hay que reconocerlo. Como también es cierto que viven hacinados en infectos habitáculos y en situaciones lamentables que harían ruborizarse al más templado. Pero no es menos cierto que tampoco desean vivir en mejores condiciones porque se niegan a ser controlados. Se quejan de unos alquileres abusivos por sus chabolas, pero se niegan a pagar mil pesetas por una pensión completa en unas muy dignas residencias habilitadas para ellos. Porque la afirmación del articulista de que la mayoría son legales es falsa. La mayoría es ilegal. Introducidos por la propia Administración regional de las bolsas de Melilla y abandonados en grupos a su libre albedrío. Yo mismo soy testigo directo de la impunidad con que suelen falsificar sus documentos de identidad.
Puedo dar fe de sus deseos de imponer sus "razones religiosas" a cualquier norma legal española, y estoy en condiciones sobradas de poner muchos ejemplos de ello. Como uedo dar testimonio de robos, atracos, asaltos sexuales, peleas callejeras, resistencia violenta a la autoridad, amenazas, etcétera. Como puedo demostrar el espectacular aumento de la inseguridad ciudadana por este motivo.
Hay racismo, sí, y no está ni nunca deberá estar justificado, pero a veces está provocado desde el mismo lugar que dicen defender a los que lo padecen, y esto también hay que decirlo. Como no se puede ni se debe ocultar la responsabilidad de un ejecutivo nacional y regional que no hace nada al respecto, de una delegación de gobierno al la que sólo se le ocurren parches y de unos políticos que no se atreven a coger el toro por los cuernos y hacer lo que se debe de hacer, y que es tan sencillo como que todos, inmigrantes y españoles, tenemos los mismos derechos y obligaciones que establecen nuestras leyes y nuestra Constitución.
Es cierto que las ONG locales están más solas y desasistidas que la estatua de Espartero. Es cierto que aquí los voluntarios brillan por su ausencia. Como medio falsa es la opinión del alcalde en cuanto a que sus convecinos son "buenos cristianos que soportan demasiado", porque es una afirmación cuya segunda mitad es tan verdad como mentira su primera.-
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