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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

De Guadarrama

Me he desplazado a Madrid a hacer una gestión. Coches aparcados en doble fila y furgonetas de reparto ralentizan considerablemente la circulación. Ni un solo policía municipal en todo el trayecto. Es mi día de suerte, y, antes de llegar al aparcamiento, un coche deja libre su plaza en la calle, en una zona donde está permitido aparcar. Como aún no son las nueve de la mañana, puedo intentar acabar mi gestión antes de que empiece a regir la ORA y, si se alarga, comprar una tarjeta y ponerla.Mi gestión se complica, pregunto por el estanco más cercano, pero está cerrado. Son las 9.20, he terminado mi gestión, el estanco sigue cerrado pero me han indicado un quiosco donde venden tarjetas. Me dirijo hacia mi coche con la tarjeta en la mano cuando lo veo pasar a bordo de una grúa municipal. Hasta que consigo llegar al lugar donde estaba mi coche veo pasar no menos de diez grúas cargadas. Cuando llego al lugar donde lo dejé aparcado no veo ninguna señal de aparcamiento limitado, ni del horario que rige, ni de que la grúa pueda llevarse el vehículo infractor. En la calle no hay ni un policía municipal a quien pedir explicaciones. Cuando por fin consigo recuperar mi coche, tras avanzar penosamente en taxi por la calle de Fuencarral, atascada a causa de los coches en doble fila, y pagar 17.000 pesetas y exigir una copia de la denuncia -detalle, por lo visto, menor, en el que nadie ha pensado-, me entero de que ha sido puesta a las 9.14, es decir, 14 minutos después de comenzar a regir el periodo de estacionamiento regulado, con lo que es materialmente imposible aparcar, ir a buscar la tarjeta de estacionamiento y regresar a colocarla en el coche.

Llegado a este punto, me doy cuenta de que para los regidores de esta ciudad sus habitantes no merecen la consideración de ciudadanos y que, hoy como ayer, siguen considerándolos súbditos, sin que a jueces y representantes políticos parezca importarles lo más mínimo.-

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