Vodeviles vespertinos
Hace ahora algún tiempo, una señorita se acercó al periodista, en la primera hilera de asientos de la sala del juicio. La señorita, con rostro de estudiante, preguntó si preparaba algún nuevo libro sobre el caso Banesto. El periodista contestó que ni se le había ocurrido. Otros días, al menos una vez más, el periodista vio a la señorita seguir las sesiones.Ayer, poco antes de las tres de la tarde, fue llamada a declarar María Jesús Sánchez Pérez. Anteriormente, el mismo día que estaba citado Jaime Domingo Cedeño, el martes 17 de noviembre, debió comparecer, pero, por razones técnicas, no lo hizo. Tampoco Cedeño lo hizo.
Hete aquí que la señorita con rostro de estudiante que había preguntado al periodista sobre sus proyectos fue administradora de Montilsa, sociedad que, según Romaní, pertenece a Cedeño entre marzo de 1994 y octubre de 1997. La señorita fue citada como testigo por el abogado que ha contratado Cedeño en España, Víctor Manuel Seligrat.
Seligrat ya lo pasó mal el 16 de noviembre cuando, después de anunciar al tribunal que Cedeño venía a declarar, tuvo que rectificar y anunciar que no venía.
La señorita dijo que Cedeño le había contratado como administradora de sociedades y "asesora jurídica". Sólo cuando Siro García le pidió que dejase de dar vueltas en su sillón -"se va usted a marear", le dijo- y le preguntó dónde había conocido a Cedeño, la señorita apuntó que en el "despacho de Romaní".
El fiscal le llamó testaferro. "Llámelo como quiera", dijo la testigo. Y Siro García, enfadado por el vodevil, le espetó: "No, dígalo usted. ¿Era testaferro?". Dijo que sí.
Se le preguntó por qué Cedeño no había comparecido el martes 17. La señorita dijo que a su presunto jefe le había ocurrido una desgracia. "Le ha ocurrido algo que no se lo deseo a nadie en esta sala". El fiscal preguntó qué le había sucedido: "No lo puedo decir", aseguró la testigo.
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