Turquía
He leído la carta del señor Diarmuid Fogarty publicada en la sección Cartas al Director de su periódico de fecha 22 de octubre de 1998.Ante todo tengo que subrayar que esta carta no constituye una respuesta adecuada a la mía, que se ocupaba del aprovechamiento de las aguas del río Éufrates por los países de su cuenca y de las acciones de autodefensa del Ejército turco en la franja norte de Irak que no está bajo el control de Bagdad desde la guerra del Golfo.
Como sabe muy bien el lector español, el terrorismo constituye la mayor amenaza a los derechos humanos, pues el derecho a la vida es el más preciado de los derechos fundamentales.
Sin duda esto no justifica de ninguna manera que los derechos humanos puedan ser violentados en un país. El autor de la carta presenta un presunto caso particular de violación de los derechos humanos en Turquía que, aunque poco verosímil, merece ser puesto de relieve como cualquier otro caso.
En este contexto, deseo comunicar al autor que Turquía forma parte de la Convención para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa, que existe en el Parlamento turco una comisión permanente encargada de luchar contra la tortura, que en el actual gabinete del primer ministro Yilmaz existe un ministro de Estado encargado de velar por la protección de los derechos humanos y que hay una concienciación decidida a todos los niveles de la Administración para que los derechos humanos sean respetados escrupulosamente y se rechace enérgicamente cualquier práctica de tortura o malos tratos, amén de las responsabilidades penales que se derivan de estas prácticas.
No deseo aprovechar esta ocasión para comparar la situación de los derechos humanos en otros países de la región con la de Turquía, que es evidentemente muchísimo más respetuosa, pero me gustaría que el hacer referencia a unos casos de violación de los derechos humanos nunca supusiera dar un balón de oxígeno al terrorismo.- . Embajador de Turquía. .
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