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México triplica su presupuesto de lucha contra la delincuencia

Juan Jesús Aznárez

Todo es poco para acabar en México con un problema de Estado especialmente lacerante: la delincuencia. Apremiado por las estadísticas y el clamor social, el Gobierno de Ernesto Zedillo anunció un presupuesto para 1999 de mil millones de dólares, un 320% de los 360 millones aprobados en 1998, para combatir al hampa y sus complicidades oficiales, y envió ayer al Congreso un paquete de reformas penales que prevé una mayor severidad en los casos de secuestro y blanqueo de capitales y amplía la categoría de delito grave a 36 supuestos.

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"Queremos restarle espacios a la delincuencia y la impunidad", declaró el secretario (ministro) de Gobernación, Francisco Labastida. El desafío es monumental. Sólo las pequeñas empresas dedican el 20% de sus ganancias a seguridad privada, el negociado del secuestro continúa boyante, y obliga a muchas familias a abandonar su país o a vivir con escolta.Labastida reconoce la falta de credibilidad del sistema de justicia: "El grado de impunidad es intolerable y debemos hacerle frente, unidos los tres poderes de la Unión, el judicial, el ejecutivo y el legislativo, con toda la sociedad para combatir uno de los mayores problemas del país". Pero en tanto cuajan las depuraciones y el plan de seguridad en marcha, los mexicanos con recursos acuden a las empresas privadas. Un cliente del centro comercial de Interlomas de Ciudad de México demostraba la consistencia del blindaje de la mercancía a la venta en un stand situado junto a frituras de palomitas de maíz o zapaterías de niño. El cristal y la chapa del coche expuesto públicamente había aguantado balazos atribuidos a pistolas, rifles o fusiles de asalto.

Israelíes, británicos, estadounidenses, japoneses, italianos o franceses, algunos ex miembros del cuerpo de carabineros, del FBI o del Moshad, acuden a México porque saben que buena parte de sus habitantes están dispuestos a gastarse cerca de 2.000 millones de dólares en seguridad, según estimaciones de grupos privados. "Hemos fallado, debemos hacer todo lo necesario para no fracasar en ofrecer seguridad a todos los mexicanos, porque la seguridad pública es una deuda del Estado con los ciudadanos", declaró hace un par de meses Zedillo.

También pretenden vivir seguros los extranjeros. Los padecimientos del turista noruego Jorn Espolin fueron muchos. Denunció haber sido asaltado por policías. Tras dejarlo sin blanca, le obligaron a beber seis vasos de tequila a palo seco y lo encerraron en el maletero de un coche robado.

La compañía Kroll-O´Gara, puntera en el mercado de la seguridad industrial y vehículos blindados, desembarcó en México dispuesta a echar una mano a los particulares más angustiados o las compañías con dinero suficiente para comprar su tranquilidad. "El negocio de México representa el 5% de nuestras operaciones. Tres años antes representaba sólo el 2%", informa su director general, Jules Kroll, que trabaja con ex agentes de la CIA, el FBI y la DEA. Ave de mal agüero, no duda de que prosperará. "Este país es una parte importante de nuestro presente y de nuestro futuro". El Gobierno, que instó a la sociedad a no sucumbir frente al síndrome del miedo, desearía arruinar a estas empresas mediante el despliegue de cuerpos policiales fiables y honrados. El propósito, a tenor del panorama, se percibe más voluntarista que realizable a medio plazo. Los nuevos cursos de capacitación profesional tardarán en rendir frutos; la coordinación entre las policías y peritos de los diferentes Estados no es cosa de un día, y la delincuencia es una lacra compleja. Mientras tanto, los comisarios privados hacen su agosto, y suplen funciones que debieran satisfacer los cerca de 40.000 miembros de los diferentes institutos coercitivos existentes. Según el Consejo Nacional de Empresas de Seguridad, en 1970 había 28 firmas de este tipo, hoy crecen como los hongos y se acercan a las 2.000, poco fiables muchas, y las menos, aceptadas: aproximadamente un centenar. Teléfonos de México, Cementos Mexicanos, BBV-México, Santander, Pemex, Televisa, Bimbo, Banamex, Bancomex o Transportación Marítima Méxicana son algunas de las empresas que contratan sus servicios. En ocasiones, los escoltas y expertos en vigilancia más sofisticada proceden de la Policía Bancaria e Industrial, Panamericana de Protección de Valores, de la Secretaría de Seguridad Pública. Numerosos policías de a pie se suman en sus horas libres, e incluso estando de servicio, a este mercado emergente como guardias jurados.

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