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Los empresarios prevén cerrar un negocio de 5.000 millones en China

Los empresarios valencianos se lanzan a la conquista del mercado chino, el principal mercado emergente asiático y una de las economías más estables con un crecimiento sostenido que ronda el 8%. Una delegación de 49 empresas de la Comunidad Valenciana llegó ayer a Beijing dispuesta a competir en dos áreas claves de la incipiente liberalización económica china: la modernización del aparato productivo y el abastecimiento de bienes de consumo para las clases medias y altas. Según las estimaciones del director del Instituto Valenciano de la Exportación (Ivex), José María Tabares, sobre esta misión comercial que se ampliará a Shanghai y Hong-Kong, se espera que el volumen de negocio alcance los 5.000 millones de pesetas. El objetivo fundamental de las 49 empresas de los sectores textil-hogar, agroalimentación, mueble y decoración y construcción que participan en esta misión comercial, organizada por Industria y el Ivex, es la diversificación de las exportaciones valencianas en China y reducir el déficit comercial con este país, cuyo saldo negativo para la Comunidad alcanzó en 1997 los 45.824 millones, pese a haber consolidado exportaciones al mercado chino por valor de 10.100 millones. Con todo, el Ivex considera que la evolución del comercio bilateral de la Comunidad con China se encuentra en pleno dinamismo, habiendo experimentado en los primeros siete meses de este año un crecimiento del 130% respecto al anterior. Bienes de consumo No obstante, la apuesta más importante, y en sí misma la más novedosa, es la estrategia diseñada por la Generalitat e impulsada por el Ivex de fomentar la creación de fuertes consorcios de empresas valencianas que aspiren a disputarse la adjudicación de los grandes contratos mundiales de infraestructuras y servicios, especialmente en sector energético y del agua que, según fuentes del Ivex, "anualmente representan un tercio del comercio internacional". De entrada, el consejero de Industria, Diego Such, adelantó ayer la firma de "un buen negocio" para una empresa con sede social en Valencia dedicada a la señalización marítima que, según fuentes empresariales, operaría en Filipinas. Un país con el que, precisamente, el Gobierno chino mantiene un contencioso por su reclamación de la soberanía de las islas Spratly, arrecife rico en gas y petróleo. Al margen de esta operación, los cálculos de los empresarios valencianos están más centrados en lograr acaparar buena parte del mercado de bienes de consumo de las clases más altas de la aristocracia política y financiera de China, que según la delegada del Ivex en Pekín, Esmeralda Payá, ronda el millón de potenciales consumidores y alcanza los nueve millones si se toma en cuenta la emergente burguesía china. Se trata de una clase reducida que representa el 10% del total de la población y que vive en condiciones muy superiores al salario medio chino que está entre 25.000 y 30.000 pesetas.

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