'La Fundación', de Buero, vuelve a los escenarios 25 años después de su estreno
Óscar Tusquets diseña la escenografía de la obra, que se representa en Oviedo
"Es la ceremonia de la vida y de la muerte. Con esta función descubrimos que hay que nacer para morir y hay que morir para nacer". Así definió el director del Centro Dramático Nacional, Juan Carlos Pérez de la Fuente, La Fundación, de Antonio Buero Vallejo, que se reestrenó anoche en el teatro Campoamor de Oviedo 25 años después de su estreno en el teatro Fígaro de Madrid. Para la escenografía, el CDN ha contado con el arquitecto y diseñador Óscar Tusquets en su primera incursión en este campo. El estreno fue dedicado a los siete niños fallecidos en accidente.
Los actores Ginés García Millán, Joaquín Notario, Juan José Otegui, Héctor Colomé y Pepe Viyuela fueron los encargados de dar vida a los cinco personajes principales de la obra que, para Pérez de la Fuente, significa "la gran metáfora del ser humano". El director de esta producción, que ha contado con un presupuesto de 35 millones de pesetas, aseguró que "no se le ha añadido ni una sola palabra al texto original de Buero" aunque "ha sido necesario hacer ciertos cortes y algunos reajustes. Pero siempre con el visto bueno del autor".En la obra, escrita en 1972, cinco personajes se encuentran encerrados en una cárcel esperando a que se cumpla la ejecución de su sentencia de muerte. Uno de ellos, Tomás, el más joven, transforma en su mente la prisión en una fundación cultural donde recibe las continuas visitas de Berta, su novia imaginaria.
Los ecosistemas en los que se movieron los condenados han sido el primer trabajo escenográfico del arquitecto catalán Óscar Tusquets. Un espacio amable donde los residentes de la fundación habitan y en el que hasta el último vaso en el que beben tiene el sello del diseñador catalán; y una asfixiante y enorme cárcel, en la que se desarrolla el final de la tragedia. Para los cambios de cuadros, Tusquets también se decantó por la dicotomía entre lo luminoso y lo lúgubre. Veintiún televisores que formaban una letra T incrustrados en un telón de aspecto metálico proyectaban fragmentos irreconocibles de pinturas que iban desde Sorolla hasta Francis Bacon. "Me parece un espectáculo magnífico que me servirá para hacerlo mucho mejor a partir de ahora", afirmó anoche Óscar Tusquets tras el estreno.
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