¿Madres o heroínas?
Hace cuatro años, a mi hijo se le manifestó una esquizofrenia. Hace dos años escribí una petición de socorro en forma de carta, que ustedes tuvieron la amabilidad de publicar. Hoy, todo continúa igual, excepto el insoportable agotamiento físico y mental que esta situación comporta, excepto la desesperación, que crece.¿Cómo es posible que las instituciones oficiales continúen cerrando los ojos ante un problema como el de los enfermos mentales? Las ayudas médicas en forma de visitas rutinarias y suministro masivo de tranquilizantes no bastan. ¿Para cuándo planes verdaderamente eficaces de seguimiento, de reinserción de estas personas?
No es humano continuar ocultando entre las paredes de las casas este problema, aprovecharse del cariño de la familia hacia el enfermo para descargar sobre ella una situación que la desborda, padeciendo frecuentemente agresiones físicas o psíquicas cuando el enfermo está en fase de excitación, o viéndole como un vegetal cuando los tranquilizantes han hecho su efecto.
Al principio de manifestársele la enfermedad a mi hijo, me armé con todas mis fuerzas para sobrellevar la situación. Sin embargo, cuando no se ve el final, con 45 años, en el paro desde hace cinco y cada vez con menos medios económicos, las fuerzas se me van agotando. Pero mientras me quede un mínimo de aliento continuaré pidiendo socorro. Para mí, para mi hijo y para todas las familias en la misma situación.-
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