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Tiempo

Emilio Lamo de Espinosa

El martes 3, por la mañana, el presidente Aznar declaraba haber autorizado el inicio de contactos con interlocutores del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV). Dos días más tarde, el jueves 5, ETA responde con un ambiguo comunicado, fechado el día 1 y dirigido al PNV, señalando que el alto el fuego sólo será definitivo si se acepta el Pacto de Lizarra y amenazando con interrumpir la tregua. Previamente, había señalado que el alto el fuego era firme y serio, hasta el punto de que si no se llegara a un acuerdo eso no quiere decir que ETA reanudara su campaña militar. Todo ello muestra no sólo un dialogo de percebes -que, por supuesto, no lo es-, sino también la enorme complicación del juego político vasco, que, además de un ajedrez, es como el famoso cubo de Rubik: cuando colocas una pieza en su sitio, se te descoloca otra.Efectivamente, desde la declaración de alto el fuego de ETA, el 16 de septiembre -cuatro días después de la firma del Pacto de Lizarra-, hasta las pasadas elecciones, éstas eran el referente último. Y, ciertamente, las elecciones han sido muy importantes. De entrada, porque, a pesar de encontrarse en su mejor momento, el nacionalismo vasco no ha conseguido recuperarse de la constante caída y los más de 30 puntos de diferencia de hace veinte años son hoy poco más de 10. Pero, al tiempo, quizás por ello, y paradójicamente, la dinámica de polarización españolismo-vasquismo, que se inició hace ya casi un año, ha acabado fortaleciendo a los dos extremos frente a los flancos moderados. Era lógico: para votar españolista, votemos a los que de verdad lo son, al PP; y si hay que votar abertzale, apoyemos a quienes mejor los representan, es decir a EH. Tendremos que esperar a las municipales para saber si esta polarización es coyuntural, pues ha habido mucho voto estratégico el pasado día 25: socialistas que han votado al PP para fortalecerlo; peneuvistas que han votado EH por la misma razón, e incluso operaciones aún más complicadas, pues los españoles, todos, nos hemos hecho politólogos. Pero el resultado es que los dos partidos que tradicionalmente han hecho la bisagra, tanto en el eje nacionalista como en el eje izquierda-derecha, el PSE y el PNV, han salido malparados, y Euskadi es hoy una comunidad mucho menos enfrentada, pero más dividida políticamente, que hace un año.

Esta polarización, que ha sido especialmente beneficiosa para el PP, es, creo, peligrosa, pues es moderando, y no polarizando, como suelen solucionarse los conflictos. Alegrarse de que al PNV le haya salido mal la operación cuando a quien le sale bien es a EH no me parece muy inteligente. Y pretender saltar por encima del PSOE, e incluso por encima del PNV, para entenderse directamente con el MLNV es un gambito muy arriesgado, que dará grandes beneficios si tiene éxito, pero grandes disgustos si no lo tiene. Pues, como vemos, las piezas del cubo se mueven solas y, así, la interlocución con EH la niega ella misma, y cuando el Gobierno se dirige a ETA ésta responde hablando con el PNV. Los actores que se expulsan por la puerta regresan por la ventana.

Todo ello muestra cierto apresuramiento cuando creo que, conseguida la tregua, y con difícil marcha atrás para ETA, no hay tanta prisa. Los sondeos indicaban hace poco que sólo uno de cada tres vascos se sentía libre para hablar de política, más de un 20% no se atreven a hacerlo jamás y hemos visto que los consabidos no sabe/no contesta superan en ocasiones el 40% de los entrevistados. Pues, bien, sin la amenaza del terror los vascos comenzarán a pensar seriamente -hasta hoy no lo han podido hacer- qué ganan o pierden con la autodeterminación/secesión, a quién beneficia o a quién perjudica y qué significa una Euskadi independiente o "soberana" en manos de abertzales dispuestos a euskaldunizar todo (y por favor, lean el programa de EH en su web).

Es por ello muy importante la tregua y el tiempo. Tiempo para que maduren las opiniones en un discurso público abierto y transparente, para que se suavicen miedos y odios, para que se extingan recelos. La sociedad vasca no ha podido hablar libremente durante más de veinte años y por ello se desconoce y se ignora. Euskadi necesitaba paz y parece que ya la tiene. Ahora necesita tiempo para que pueda dar sus frutos.

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