La fotocopiadora

Muchos son los artículos que hemos leído con las quejas de editores y libreros acerca de la gran cantidad de libros que se fotocopian. Soy madre de un alumno de primero de bachillerato y, tratando de evitar que él perdiera horas de clase o estudio, he pasado un mes y medio intentando conseguir un libro de Ciencias de la tierra y el medio ambiente. Un libro nuevo que salió a la calle en julio de este año, y en septiembre, cuando comenzó el curso escolar, ya estaba agotado. Unos pocos privilegiados lo consiguieron, y el resto, a deambular por la ciudad en su búsqueda.He recorrido todas las librerías expendedoras de libros de texto, he hablado con la editorial y también, en las afueras de Barcelona, con la distribuidora. "Vuelva usted a llamar; no hemos recibido el reparto; pase a fin de semana; vuelva usted la próxima", todo esto una y otra vez. Soy maestra, esposa de un ilustrador y madre de un licenciado en Bellas Artes; entiéndase, por tanto, que amamos los libros. Pero, señores, he desistido.

He perdido horas de trabajo, tiempo personal y dinero, y mi hijo se ha pasado 45 días copiando sus lecciones del libro ajeno de un afortunado. Finalmente, con gran pena, hemos decidido fotocopiar el libro; otros, en la misma situación, lo habían hecho mucho tiempo antes. Señores profesores, editores y libreros: recomienden y vendan libros cuya tirada y existencia llegue a todos los alumnos, y si no, no se quejen.-