Financiación

J. FÉLIX MACHUCAPara el gobierno de Madrid existen unos 400.000 andaluces en el limbo administrativo, en la nebulosa de Andrómeda. Son almas no natas que, como los númenes, revolotean en el abstracto, sin sentir ni padecer, pero les puedo asegurar que existir, existen. Desde hace dos años la lucha de la Junta con el gobierno de Aznar no es otra que la actualización de un censo real, vivo y sin vasectomizar. Un censo que no parara el reloj de la vida hace 10 años y que, a diferencia del tiempo acorchado de la Administración central, marcara el horario real de nuestro crecimiento demográfico. A usted, que le nació un hijo en el 88 y que desde entonces lo ha alimentado, vestido y educado, le debe de entrar la risa floja cuando, por razones de política económica, Madrid no lo cuantifica en su censo, ahorrándose un pico de miles de millones en la financiación. Usted gasta más dinero que el que le corresponde porque Madrid se lo ahorra quitándole lo que, en justicia, es suyo para que su hijo tenga colegios, sanidad y cultura. Va a ser cierto que los ladrones van a la oficina. Pillos de cuello blanco y un rato habilidosos en el manejo de números, cifras, porcentajes y censos caducados. A estas alturas del partido autonómico no deja de ser un verdadero insulto la insensibilidad de Madrid con respecto a las comunidades constitucionalistas. Desconozco lo que pasaría en el País Vasco o en Cataluña si a un cabeza de huevo se le ocurriera, desde Madrid, hacer desaparecer de un censo a 400.000 almas por el procedimiento del tirón administrativo. Qué fuerte con los débiles, qué tierno con los duros. Así procede Madrid, aliada con la mansedumbre autonómica y el pactismo bajo cuerda, con la periferia que reivindica lo que no tiene que reivindicar porque en justicia le corresponde. Para nosotros, España es mucho más que una "realidad entrañable", nueva definición que vascos, catalanes y gallegos secesionistas acuñan desde la manga ancha de su interesada distorsión histórica. Cabe deducir que para Madrid, Andalucía es una realidad manipulable, desde su mansedad política y reducción social, donde pueden volar 400.000 personas de un censo para que dejemos de ingresar 47.000 millones de pesetas. Estamos rodeados de avalistas.