Mi patria, mis zapatos.
He nacido en Madrid de madre y abuela madrileñas. Considero que la "patria" es "el último refugio de los canallas", como señaló el doctor Johnson y repetía Ambrose Bierce en su Diccionario del diablo. Dicho esto, debo añadir que mi recelo a las patrias es extensible, con diversos grados, a todas: a la vasca, pero quizá en mayor grado -al fin y al cabo tiene ejército- a la española. Me molesta sobremanera que se hable de los nacionalismos cuando son periféricos (patrias centrípetas) y no cuando son centrales (patrias centrífugas). Tanto los abertzales como los españolistas no son para mí ponderados pensadores, ni mucho menos modélicos seres humanos.Una segunda cuestión es por qué no se habla seriamente de lo que se supone en estos tiempos de globalización, Unión Europea, etcétera, ser nación independiente. ¿Quizá la posibilidad de pintar los tanques de los "autodeterminados" de otro color? ¿Tener una fiscalidad propia que perpetúe las discriminaciones entre los de "arriba" y los de "abajo"? ¿Y qué más? Ninguna de estas razones justifica un solo muerto en ningún bando. Creo que en ambos aspectos EL PAÍS, el menos malo de los diarios estatales, manifiesta serias deficiencias e incluso una clara tendenciosidad que no ayuda a un debate donde sería deseable el matiz y la sutileza en lugar de la visceralidad, el electoralismo, el patriotismo y lo políticamente correcto. ¿Que cuál es mi patria? Mis zapatos, como rezaba la letra de la canción.-
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