Una tercera y decisiva declaración

El presidente del Gobierno, José María Aznar, se dirigió ayer por tercera vez a ETA desde que hace mes y medio, el pasado 16 de septiembre, la banda armada declarase una tregua indefinida. La primera declaración de Aznar, formulada en Lima (Perú), el pasado 17 de septiembre, al día siguiente del anuncio de la tregua, fue para constatar, en medio de numerosas cautelas, que el Gobierno "no sería insensible" al gesto de ETA.

La segunda declaración de Aznar se produjo quince días después, el 2 de octubre desde La Moncloa, justo después de la ronda con los partidos democráticos. Hubo menos cautelas que en la declaración de Lima. En La Moncloa, Aznar reclamó a ETA dos exigencias: que acreditara el fin de la violencia y que respetara el resultado de las elecciones vascas del 25 de octubre. A cambio, prometía flexibilizar la política penitenciaria.

La tercera declaración de Aznar, la de ayer, se produce una semana después de la celebración de las elecciones vascas, que para el Gobierno iban a marcar la frontera de las posibilidades exploratorias del proceso de paz. En primer lugar, el Ejecutivo cree superado el temor inicial a la "tregua-trampa", esto es, a que ETA cesara el fuego de manera oportunista para facilitar el proceso electoral a Euskal Herritarrok (EH) y posteriormente regresara a la actividad violenta. En segundo lugar, el Gobierno cree que EH, el entorno de ETA, ha respetado los resultados electorales y ha dado muestras durante todo este periodo de su voluntad de apostar por vías políticas. Esto ha animado a Aznar a realizar esta tercera declaración y, con ella, a dar un paso cualitativo muy importante en este proceso de paz. Esto es, la luz verde para iniciar los contactos exploratorios con el entorno de ETA.