Ni gobierno, ni partido
EN ASTURIAS, el PP ha perdido su condición de fuerza mayoritaria en el Parlamento regional, pero tampoco ahora parece probable que los socialistas presenten, como quiere IU, una moción de censura contra el Gobierno presidido por Sergio Marqués. La crisis del PP asturiano, traspasada a las instituciones, seguirá, por tanto, hasta las elecciones de junio. Será entonces cuando el electorado pasará factura a unos y otros.El pase al Grupo Mixto de tres parlamentarios del PP que ya venían respaldando al Gobierno en minoría de Marqués oficializa lo que ya existía en la práctica. Si la dirección no se había atrevido a expulsarlos es porque no quería fortalecer al Grupo Mixto en que se había refugiado Marqués tras la ruptura. El PP ha preferido que sean ellos quienes se marchen, forzando una votación sobre la paralización de las inversiones con cargo a los fondos mineros, que sabían perdida por adelantado y extraordinariamente impopular. Les ha dado así un pretexto personal para irse, pero también para reforzar el proyecto del entorno de Marqués de crear un partido regionalista que se presente en junio.
Desde que se inició la crisis, la dirección del PP ha venido acusando a Marqués de ser un Hormaechea cuyo proyecto personal era seguir en la política creando un nuevo partido. El presidente asturiano lo ha negado siempre, con buenas razones. Pero su entorno, quienes se han comprometido en su defensa -ya sea por intereses o porque no veían razones para la persecución de que era objeto- temen ahora quedar a la intemperie y presionan para que Marqués tome la iniciativa. Entre esos seguidores hay 18 alcaldes.
La perspectiva de un partido regionalista impulsado desde el poder podría ser motivo para que el nuevo partido mayoritario, el PSOE, encabezara una moción de censura contra Marqués, que gobierna con el apoyo de seis diputados en una Cámara de 45. Pero el PSOE no ve motivo para hacer, a cinco meses de la disolución del Parlamento, lo que no ha hecho el PP cuando era la primera fuerza. Los socialistas prefieren que la crisis siga desgastando a su rival a exponerse al desgaste de una negociación programática con IU y el pequeño Partíu Asturianista, cuyos votos necesitaría para sacar adelante la moción. Además, el presidente de ese hipotético Gobierno para cinco meses no podría ser el ya designado candidato socialista, Vicente Álvarez Areces, alcalde de Gijón, porque no es parlamentario regional.
Los socialistas tienen, pues, buenas razones para preferir mantenerse al margen. Pero tal vez no tengan más remedio que mojarse si la nueva ofensiva contra Marqués anunciada por los seguidores de Álvarez Cascos, con denuncias del género caiga quien caiga -aunque sea de los suyos- es tan demoledora como insinúan.
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