En movimiento
AUNQUE SEA exagerado calificar de "nueva arquitectura financiera mundial para el siglo XXI" los acuerdos del G-7 para afrontar la crisis financiera, como pretende el ministro británico Gordon Brown, lo cierto es que deben ser recogidos con satisfacción, puesto que significan que algo se mueve por fin en la comunidad internacional y se hace en la dirección adecuada. El acuerdo aumenta en 90.000 millones de dólares la capacidad de financiación del FMI, destinados en parte a abrir una línea de crédito específica para ayudar a países contaminados inmerecidamente por las crisis. También propone adoptar un Código Mundial de Conducta Económica para mejorar la transparencia financiera y una mayor regulación del sistema financiero internacional.Lo importante es que los grandes de la economía mundial den el primer paso -las iniciativas deberán ser aprobadas ahora por el FMI-, porque el sentido de la corrección no sólo era conocido, sino que es el único sensato: más dinero, más transparencia y más vigilancia en el sistema financiero. La prueba de fuego se producirá en los casos reales de Brasil y en otros países de América Latina.
Brasil lleva meses tratando de responder a la contaminación financiera mediante la aplicación de la más estricta ortodoxia: elevaciones de tipos de interés y reducciones de gasto público. Las conversaciones con el FMI para conseguir el paquete han supuesto una vuelta más de tuerca a ese ajuste: los tres billones de pesetas suponen un amplio recorte de gasto público e inversiones, así como un aumento de las contribuciones a la Seguridad Social y de la imposición directa, por la que esperan recaudar más de 1,5 billones de pesetas. Son medidas duras, que causarán gran sufrimiento entre los más débiles, inequívocas del rigor que Cardoso quiere imprimir a ese país con el fin de encauzarlo en una senda de estabilidad. Buscan la confianza de los inversores internacionales para que regresen los capitales alejados. El problema está en si las medidas de Cardoso provocan una recesión y el rigor deviene en rigor mortis para muchos brasileños.
¿Volverá la estabilidad financiera a ese país y a la región? Cabe albergar dudas. La completa eliminación de los riesgos dependerá de que se extingan los focos de la crisis y de que la comunidad internacional aplique inmediatamente los nuevos mecanismos de respuesta. Es decir, que el acuerdo del G-7 se apruebe con rapidez y las ayudas financieras lleguen a tiempo.
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