Primakov negocia con Masjádov una salida al conflicto de Chechenia
Yevgueni Primakov cumplió ayer 69 años (dos más que Borís Yeltsin) derrochando energía y demostrando que, pese a que el presidente está internado en el sanatorio de Barvija, no hay vacío de poder en Rusia. El primer ministro, que el lunes sustituyó al líder del Kremlin en la cumbre con la UE celebrada en Viena, intentó sentar las bases de una nueva relación con la independentista república de Chechenia, con cuyo presidente, Aslán Masjádov, se entrevistó en Vladikavkaz, capital de Osetia del Norte.La reunión tenía como objetivo combatir la ola de criminalidad que se ha adueñado de Chechenia y de las repúblicas vecinas tras la guerra victoriosa contra las tropas invasoras de Moscú. El secuestro de rusos, occidentales y hasta chechenos se ha convertido en una de las principales industrias de esta república, aún teóricamente rusa, pero que funciona de hecho como un país independiente.
Los dos dirigentes acordaron crear una zona de seguridad que de ninguna manera, señaló Primakov, "supondrá envío de tropas rusas a Chechenia, algo que nunca ocurrirá". Se trata, más bien, añadió, de promover la estabilidad en esa república, "necesaria para todos los rusos".
Mientras Primakov y Masjádov conversaban en Vladikavkaz, las fuerzas especiales chechenas lanzaban dos espectaculares operaciones, detenían a 14 supuestos terroristas de dos bandas y liberaban a cinco personas, alguna de las cuáles llevaba secuestrada más de doce meses. Todavía quedan al menos otros cien cautivos, incluidos tres británicos y un neozelandés.
La brigada antisecuestros se sacaba así la espina de la humillación que supuso el atentado que costó la vida el domingo a su jefe, el general Shahid Bárguishev, cuyo coche saltó por los aires por la explosión de una mina ante su cuartel general. Al día siguiente, el máximo dirigente religioso musulmán de Chechenia se salvó por los pelos de correr la misma suerte.
Estabilidad del Cáucaso
Los secuestros no constituyen, sin embargo, la principal preocupación de Primakov en la movediza región del Cáucaso norte. Más de temer es que los grupos criminales o guerrilleros chechenos lleven la inestabilidad y el fermento independentista a otras repúblicas rusas de la zona, sobre todo a Daguestán. "Estoy en contra", afirmó ayer Masjádov, "de interferir en los asuntos internos de los vecinos países y repúblicas".Los intereses del primer ministro ruso y del presidente checheno coinciden en la necesidad de frenar a los radicales, que han puesto cerco a Masjádov y le exigen que dimita. La acusación es de alta traición y se centra en que Masjádov se reunió con Primakov en el marco de una reunión de líderes de la región rusa del Cáucaso norte, y no como presidente de un país independiente. En su operación de acoso y derribo, ni Radúyev ni Basáyev consideran como eximente el hecho de que Masjádov declarase en Vlkadikavkaz que Chechenia "no debe ser mirada como parte de la Federación Rusa, sino como un territorio que sufre las graves consecuencias de una acción militar".
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