Un hombre tranquilo, según sus profesores
Los que conocen a Pedro Duque, le dieron clase o compartieron con él alguna que otra salida nocturna, saben que no es ningún superhéroe. Sus compañeros de la empresa Grupo de Mecánica de Vuelo (GMV), en la que trabajó cinco años antes de ser seleccionado en 1992 por la Agencia Europea del Espacio (ESA), o sus profesores de la Escuela de Ingenieros Aeronaúticos de Madrid coinciden en que el astronauta, de 35 años, es "un hombre normal y muy discreto", un estudiante brillante con una vocación temprana: el espacio.El primer astronauta español fue un niño maduro y "muy independiente", con pocos amigos "muy elegidos", según Francisca Martínez, profesora del colegio Carmen Cabezuelo, donde la madre de Duque trabajó casi 30 años, y amiga de la familia. Un niño que alimentó el sueño de volar desde pequeño.
Cuando se presentó a las pruebas para convertirse en astronauta no lo hizo por casualidad. Ni a sus compañeros de GMV ni a sus profesores les sorprendió. Y tampoco que le eligieran porque tiene "un físico perfectamente normal y una cabeza muy colocada", explica Miguel Bello, de GMV, y uno de los pocos que tiene una visión distinta del astronauta, alejada del estudiante brillante y silencioso del que hablan sus profesores.
Bello compartió con Duque varios años de trabajo en el Centro de Operaciones Especiales de la ESO en Darmstadt (Alemania), a donde ambos llegaron de la mano de GMV, para participar en un proyecto internacional. Compartió también partidas de cartas en la casa alemana de Duque, algún que otro viaje por Europa central, y fiestas universitarias en las que el primer astronauta español "se defendía con la salsa y el merengue".
Trabajador concienzudo
Se esfuerza en dar una imagen de él como un trabajador concienzudo, pero que nunca estuvo obsesionado por los estudios. Un hombre callado que puede resultar "un poco frío al principio, pero al que es muy fácil llegar". Bello verá el lanzamiento en directo, con otros cuatro miembros de GMV y otros de los que pasaron por Darmstadt.Otros se han quedado aquí. Como el director de la Escuela de Ingenieros Aeronaúticos, Pascual Tarín, quien recuerda a Duque como un "alumno brillante en una carrera en la que es difícil destacar". Hacía pocas preguntas en clase, no eran frecuentes sus visitas a las tutorías y tampoco pertenecía a ninguna asociación de alumnos. Pero sacaba unas notas excelentes: fue el segundo de su promoción.
Su profesor de mecánica de vuelo, Miguel Ángel Gómez Tierno, corrobora esa versión del Duque estudiante: silencioso y que "pasaba desapercibido". Le tuvo como becario y sabe cómo trabaja el astronauta, al que califica de "científico e ingeniero excelente".
Duque también ha mantenido el contacto con ellos. Algunos están ya en EE UU y el resto seguirá el lanzamiento desde España, como los alumnos de la escuela, que han pedido un televisor para ver la aventura en el salón de actos.
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