Un espacio vacío que no llena
Peter Brook merece siempre un respeto; y lo tuvo con este espectáculo que, sin embargo, interesó poco. Es la historia real de uno de esos fenómenos de circo capaces de retener en la memoria, tras una impresión rápida, cifras, textos, datos, de una manera prácticamente indeleble.
Un neurólogo soviético, Luria, escribió un libro sobre este caso, que fue además estudiado en Londres y en Nueva York. El personaje "malo" de la obra, otro médico soviético, encontró pronto que desde un punto de vista científico carecía de interés: no se podía generalizar ni aplicar su asombrosa capacidad para aumentar, mejorar o estudiar la memoria humana.
Sin embargo, el personaje ofrecía unos aspectos humanos deslumbrantes: una capacidad de asociación de ideas, unas relaciones entre sonidos, palabras e imágenes que podían tener una belleza meramente lírica.
Je suis un phénoméne
vangoghgallery.com
De Marie-Héléne Estienne y Peter Brook
Intérpretes: Maurice Bénichou, Geneviéve Mnich, Bruce Myers, Sotigui Kouyaté, Pierre Bénichou, Natacha Maratrat. Modista: Nadine Rossi. Iluminación: Philippe Vialatte. Imágenes: Mikael Lubtchansky. Dirección: Peter Brook. Festival de Otoño. Teatro María Guerrero.
Interpretado muy bien por el actor Bénichou, un clásico de Brook, despierta inmediatamente un sentimiento de afecto. Pero no distrae demasiado. El interés de Brook por el funcionamiento cerebral en sus últimas obras no encuentra en ésta una verdadera razón teatral. Ni una acción. Las escenas de la memoria se repiten y el interés decrece.
Empieza con una situación brillante y como absurda, la del individuo que de pronto se descubre como un fenómeno, y se va aplanando poco a poco hasta terminar de una manera mortecina.
Simetría
No llena el "espacio vacío" de las teorías de Peter Brook. Tampoco lo llena la representación. El enorme cuadrilátero donde entran y salen los seis personajes con simetría casi maniática, aumentada por tres pantallas verticales donde se proyectan algunas imágenes adecuadas —la misma en cada pantalla— y colocadas también simétricamente, no se justifica. Sobra por todas partes. Otro juego clásico del gran director, el de los diferentes acentos nativos de sus actores internacionales, es desconcertante aquí: o sea, que no con cierta, que no hace música con el idioma escrito, eso sí, con elegancia y corrección.
Obtuvo los aplausos que se merecía: como homenaje.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.