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Entrevista:

KEPA JUNQUERA MÚSICO "La música de raíz no tiene nada que envidiar a la culta"

Kepa Junquera, bilbaíno del barrio de Rekalde, es a sus 33 años el representante por excelencia de los intérpretes del acordeón diatónico que hasta hace poco servía para animar, acompañado de una pandereta, las romerías del País Vasco. Su última producción, un doble CD que ha aparecido en formato de libro, está a las puertas del disco de platino, galardón que obtendrá gracias a su difusión fuera de Euskadi. Durante estos días, lo promociona por todo el país Bilbao 00.00. h. Pregunta. ¿Debe dar explicaciones de los últimos acontecimientos políticos que afectan a Euskadi cuando toca en el resto de España? Repuesta. Aunque pueda parecer paradójico, o extraño, cuando voy de gira no tengo que andar con explicaciones políticas. Yo voy a hacer mi música y me gusta contar con músicos de los lugares que visito. Ésta ha sido mi forma de expresar cómo somos los vascos: que nos gusta conocer lo que hacen los demás. En esta gira en la que estoy presentando Bilbao hora cero, como a mí me gusta llamarlo, voy a invitar a subir al escenario a intérpretes de cada ciudad donde actúe. P. Parece que ya se le puede considerar un triunfador dentro de las nuevas músicas con su personal visión de la música y los instrumentos tradicionales vascos. R. Es cierto que es muy difícil salir con la música vasca por ahí. Así que las 40.000 copias que llevamos vendidas de este disco doble, que lo han sido en su mayor parte fuera de Euskadi, son una buena muestra de que el público está deseoso de escuchar nuestra música. P. ¿Cómo es la gira? R. Quiero dar a conocer el contenido del disco, en cuya grabación han participado artistas prestigiosos de distintos países. Pero también quiero con estos conciertos es presentar nuestro grupo que me parece que mantiene la altura lograda en la grabación. P. En sus conciertos, ha optado por teatros y auditorios como escenario para presentar su disco. ¿Sería el Museo Guggenheim un buen marco para sus canciones? R. Podemos tocar en el Guggenheim, en el parque de Etxebarria o en donde se quiera, aunque yo prefiero un teatro, como el Arriaga donde presenté el disco, porque es donde mejor se escucha nuestra música. Es cierto que el Guggenheim ha sido un revulsivo importante en la vida cultural del País Vasco, pero yo no soy de los que se aprovechan de esas modas, al estilo de ese grupo americano que estuvo recientemente. Como tampoco la aparición de colaboradores en este Bilbao hora cero ha sido fruto de apuntarme a las últimas tendencias: en mis discos siempre he contado con la participación de músicos de distintos lugares. P. Su éxito es el mejor indicador del auge de la trikitrixa. R. Y sigue en alza. Nunca he creído en el tópico de que hay músicas que son propias de un lugar, sin conexión con el resto del mundo. Al igual que a mí me gusta la música de Quebec o de Madagascar, la trikitrixa no suena extraña a gentes que no la han oído nunca. Me parece interesante que se esté demostrando que el acordeón, la pandereta o la dulzaina son instrumentos tan dignos musicalmente como el piano o el violín. P. Ése parece ser el triunfo de la llamada música de raíz. R. Creo que hay que potenciar la curiosidad y el acceso del público a las distintas formas de hacer música. Hay una revolución importante: instrumentos humildes que tocaba gente sin conocimientos musicales han logrado que la música que producían esté a la altura del jazz o la música clásica. La música de raíz no tiene nada que envidiar a la conocida como música culta.

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