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Pujol señala como sucesor a su consejero de Economía, Artur Mas

Artur Mas es el elegido, el delfín. El joven consejero de Economía del Gobierno catalán ha sido señalado por su presidente, Jordi Pujol, como la persona que él desea que le suceda a medio plazo al frente del nacionalismo catalán. Pujol ha hecho esta revelación a un restringidísimo número de dirigentes de CiU. El plan sucesorio que acaricia Pujol requiere ganar las autonómicas de 1999, encargar a Mas la negociación de un nuevo sistema de financiación autonómica y, después de eso, nombrarlo conseller en cap del Gobierno catalán, un cargo similar al de vicepresidente que ha permanecido vacante en todos los gabinetes de Pujol.

Una vez extinguidos por diversos motivos todos los astros políticos que históricamente brillaron en la órbita sucesoria de Jordi Pujol (Ramon Trias Fargas, Josep Maria Cullell, Miquel Roca, Macià Alavedra...), el máximo líder nacionalista catalán se apresta ahora a nombrar sucesor. El elegido no será ninguno de aquéllos que le acompañaron en la construcción y consolidación de la fuerza política que gobierna Cataluña desde hace 18 años.El heredero es un joven cachorro nacionalista que ofrece un perfil más técnico que político. Se trata de Artur Mas, consejero de Economía y actual número tres del Gobierno catalán, después del consejero de Presidencia, Xavier Trias.

Mas, un economista barcelonés de 42 años y protagonista de una meteórica carrera política, mantiene excelentes relaciones con el entorno familiar de Pujol, especialmente con el primogénito de éste, Jordi Pujol Ferrusola. De carácter fundamentalmente dialogante, Mas es reacio a las estridencias espontáneas, aunque no se abstenga de utilizar las calculadas.

La secuencia del plan sucesorio que Pujol está hilvanando y que ha confiado a unos pocos y estrechos colaboradores requiere una condición previa: que la coalición nacionalista CiU revalide su mayoría en las elecciones autonómicas de 1999. El presidente catalán ha anunciado reiterada y públicamente que la primera prioridad de CiU en la próxima legislatura será negociar con el Gobierno central un modelo de financiación autonómica para Cataluña similar al Concierto Económico vasco. La Generalitat reclama un sistema mediante el cual pueda recaudar el 100% de los impuestos y, posteriormente, transferir una parte al Estado.

La negociación del nuevo modelo financiero correría a cargo -por la parte catalana y siempre que CiU revalidase en las urnas su actual posición hegemónica- del consejero de Economía, Artur Mas. Si la negociación ofreciese los frutos apetecidos por los nacionalistas, éstos podrían exhibir ante su electorado un importante triunfo político para encarar la eventual contienda del 2003. Y Pujol, personalmente, no encontraría mejor modo de coronar un mandato ininterrumpido que para entonces sumaría 23 años.

A renglón seguido de la negociació, Pujol nombraría a Mas conseller en cap de su Gobierno, con lo que oficializaría de forma solemne la designación del delfín.

Obviamente, esta secuencia puede verse alterada por la realidad: CiU podría tropezar en las urnas en 1999 o, aún revalidando su posición, la negociación financiera con el Gobierno central podría no rendir el resultado deseado. En este último caso, los nacionalistas ya calculan que el camino a seguir sería la ruptura inmediata de su alianza con el Gobierno del PP y la búsqueda de una alianza en Cataluña con los independentistas, siempre que ésta fuese suficiente para gobernar.

Otro factor a tener en cuenta es la actitud de Unió, el socio minoritario de CiU y cuyo líder, el democristiano Josep Antoni Duran, también aspira a la herencia de Pujol o, al menos, a parte de ella.

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