El señor Frei se equivoca
En relación con las declaraciones del presidente chileno Eduardo Frei (EL PAÍS, 20-10-98), según las cuales "Aquí, en España, hubo un Gobierno que duró cuarenta años y la institucionalidad actual española nace de ese Gobierno, sin que por ello hubiera en España procesos sobre derechos humanos", quisiera señalar lo siguiente:a) El señor Frei se equivoca. Pero se equivoca a propósito, lo cual requiera seguramente otro verbo, acaso el de falsear.
b) Lo que en España viene inicialmente del Gobierno de Franco es la designación de don Juan Carlos de Borbón como sucesor suyo en la jefatura del Estado, y, en consecuencia, la restauración de la monarquía.
c) Que esa monarquía sea parlamentaria, y no de otro tipo, ya no nace de aquel Gobierno.
d) Tampoco nace nuestra "actual institucionalidad" de las Cortes franquistas, que se disolvieron o, como se decía en la época, se hicieron sorprendentemente el harakiri (o en todo caso nacería también del reinado de Witiza).
e) Muerto el dictador y disueltas sus Cortes, aquel Gobierno nada tuvo que ver ni en la redacción de la actual Constitución ni en la primera convocatoria de elecciones generales, sin restricciones ni partidos prohibidos.
f) El pueblo español aprobó esa Constitución, legitimó al sucesor y eligió libremente a sus gobernantes, como ha seguido haciendo -más o menos- hasta la fecha.
g) Ni yo ni nadie podríamos decir esto si Franco, en vez de morir, hubiera abandonado la jefatura del Estado, pero se hubiera mantenido durante años al mando de las Fuerzas Armadas (que habían sido golpistas a una orden suya en 1936), y, tras su jubilación forzosa, ocupara todavía hoy un asiento vitalicio en nuestro Senado.
h) Es más, casi nadie (sólo los muy franquistas) se atrevería a sostener que vivíamos en un Estado democrático libre.
i) Pero aunque yo no tuviera razón en nada de lo que aquí expongo al señor Frei, sí le puedo asegurar que si en un país extranjero los secuaces de Franco -o Franco mismo, de no haber muerto- hubieran sido detenidos y llevados a juicio, muchísimos españoles, a diferencia de lo que le ocurre al señor Frei con Pinochet, nos habríamos puesto locos de contento, y por partida doble: no sólo por la posibilidad de ver al dictador o a sus secuaces juzgados, sino por la inmensa fortuna de no tener que mancharnos nosotros, en semejante proceso, con los más que probables rencor y odio.
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j) Las malintencionadas y capciosas palabras del señor Frei dicen mucho sobre él mismo. Por desgracia, nada esperanzador ni bueno.-
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