Un proyecto incompatible con las casas de Agua Amarga
Para los vecinos de la pedanía alicantina de Agua Amarga, la Ciudad de la Luz, tal y como está proyectada, es motivo de todo menos de alegría. Sus viviendas están situadas en parte de los terrenos en los que se prevé construir el parque, y la Consejería de Urbanismo les ha anunciado que serán expropiadas. Ayer al mediodía la bahía de Alicante se engalanó de domingo. Decenas de veleros se desdibujaban envueltos en una bruma que confería a la escena el sedante efecto de un cuadro puntillista. Una mañana para disfrutar, en la que los vecinos de Agua Amarga, que por estar situadas sus viviendas en la fachada marítima junto a la N-332 son los que disponen de asientos de primera fila para el espectáculo, se vieron obligados a salir a la carretera para defender la continuidad de sus viviendas. "Ciudad de la Luz sí, expropiación no" era el texto de la pancarta de mayor tamaño, que resumía en dos frases la opinión de los vecinos. "No nos oponemos al parque, sólo queremos que su construcción no implique nuestro desalojo", detallaba una vecina. Ayer fue la segunda mañana de domingo consecutiva en la que las sesenta familias de la pedanía se manifestaron durante una hora en defensa de sus viviendas. Los vecinos de Agua Amarga nunca han tenido suerte. La declaración del barrio como suelo rústico en 1987 les impidió tener mejores servicios, explican, y por ello las calles están sin asfaltar y el alumbrado tiene que ser costeado por los habitantes. La cercana ubicación de la Oficina de Armonización del Mercado Interior les esperanzó respecto de una mejor adecuación de los terrenos, pero fueron a darse de bruces con la Ciudad de la Luz, un proyecto de construcción de un parque de atracciones visuales que nadie les ha explicado en qué va a consistir. Asamblea vecinal Las explicaciones esperan hallarlas en una reunión con el alcalde de Alicante, Luis Díaz Alperi, que tendrá lugar mañana en el Ayuntamiento. Las conclusiones que extraigan de esa reunión las pondrán en común en una asamblea vecinal el próximo domingo y será entonces cuando decidan qué medidas tomar, e incluso si ponen el caso en manos de abogados. Aquellos vecinos que tienen algún negocio -un bar, un taller, un restaurante- piden a los responsables del proyecto que los incluyan en sus previsiones. La mayor parte aducen razones personales: han nacido allí, las casas las levantaron sus padres con sus propias manos y un piso nuevo en el Garbinet o en el PAU 1 -donde el Ayuntamiento les ha ofrecido realojarse- no puede suplir esa carga sentimental. Si las piquetas municipales llegan un día a echar abajo las viviendas, con los ladrillos se habrán desmoronado también sus recuerdos.
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