Excavadas 66 trampas de lodos en el Guadiamar para evitar avalanchas por la lluvia
La inminencia de las lluvias de otoño está acelerando la limpieza de lodos tóxicos en el cauce del Guadiamar, así como la instalación de medidas de protección para evitar que una crecida del río arrastre hasta Doñana los barros metálicos derramados en la zona tras la rotura de la balsa de decantación de la mina de Aznalcóllar (Sevilla). Los equipos que trabajan en el área castigada por el desastre ecológico han concluido ya las 66 trampas de obra en el cauce del Guadiamar, cuyo objetivo es que el material que pudieran arrastrar las lluvias quede atrapado por sedimentación. Los trabajos de recogida de terreno contaminado siguen a toda marcha. Ya se han retirado 4,6 millones de metros cúbicos, una cantidad de lodo y tierra cuyo volumen supera a lo que supuestamente se había vertido. En estos trabajos colaboraron en la jornada de ayer 454 personas. Mientras, la polémica por la sugerencia del consejero de Medio Ambiente, José Luis Blanco, de que se prohibiera el consumo de moluscos y por la réplica de su colega de Salud, José Luis García de Arboleya, de que no hay peligro alguno, siguió coleando ayer. La Confederación Ecologista Pacifista Andaluza (CEPA) pedirá una entrevista con el presidente de la Junta, Manuel Chaves, para solicitar el relevo del consejero de Salud por "permitir el consumo de moluscos contaminados". Según la CEPA, los informes del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han demostrado la contaminación de ciertos moluscos, peces y crustáceos tras el vertido tóxico. Esta organización pretende exponer al presidente andaluz los efectos en la salud del consumo de las especies contaminadas por el vertido tóxico y abordar las consecuencias del desastre ecológico y la "dejación de funciones de determinadas consejerías ante la contaminación atmosférica y de especies comestibles".
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