Borrell reclama a Almunia más protagonismo como interlocutor en los temas de Estado
José Borrell planteó el pasado lunes a Joaquín Almunia la necesidad de que la opinión pública le perciba a él, con nitidez, como líder de la oposición al Gobierno y de la presentación de alternativas, ya que de otro modo seguirá desdibujado su perfil como candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Durante una cena, mano a mano, conversaron sobre la conveniencia de que Borrell sea progresivamente el interlocutor del presidente del Gobierno y de los principales partidos y fuerzas sociales cuando se aborden problemas de dimensión nacional. De la conversación no surgió un compromiso definitivo, pero sí el deseo de llegar a un acuerdo y el propósito de coordinar mejor el reparto de papeles entre ambos.
José Borrell estuvo meditando largamente en París, el pasado fin de semana, los términos en que iba a exponer su planteamiento a Joaquín Almunia. Había escuchado a muchos militantes del partido, y a simpatizantes, la misma impresión que él mismo tenía tras contemplar el papel jugado por él y el que ha desempeñado Almunia como secretario general del PSOE. Había quedado fuera del primer plano en el tema que más centra la atención de los españoles y que le correspondería gestionar si fuera elegido presidente: la tregua de ETA. Y acababa de aparecer como partidario de un frente nacionalista, en la presentación de su Manifiesto para una nueva época, mientras Almunia se entrevistaba con Jordi Pujol. Esa reunión fue la última muestra de la ausencia de coordinación entre el secretario general del PSOE y el candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Borrell se enteró por la pregunta de una periodista, cuando salía de un desayuno en el hotel Ritz con empresarios norteamericanos integrantes del American Bussines Council, de que Almunia se iba a entrevistar al día siguiente con el presidente de la Generalitat catalana. La secuencia de los hechos dejaba a Borrell como un antinacionalista mientras Almunia aparecía como un dirigente dialogante y capaz de mantener la interlocución con un socio parlamentario tan decisivo como CiU.
Sin capacidad de iniciativa para entrevistarse, en representación del PSOE, con Pujol, Xabier Arzalluz (PNV) y, sobre todo, con el presidente del Gobierno, José María Aznar, Borrell ve difícil que los ciudadanos le vean como un líder equiparable en talla y autoridad.
Una perspectiva que no comparte del todo Felipe González, quien ha recomendado a Borrell, cuando éste le ha pedido consejo, que se dedique fundamentalmente "a la sociedad" y no se preocupe por no acudir a La Moncloa. El ex presidente del Gobierno ha llegado a decir, con descarnada ironía, ante otros dirigentes socialistas: "Esto no es para que nos lo planteemos en términos de quién va [a La Moncloa], sino de quién se libra".
González y Borrell han aumentado su relación desde que el candidato socialista se ha instalado en la sede que posee el PSOE en la calle de Gobelas, a las afueras de Madrid. El ex presidente tiene su despacho en la segunda planta y el candidato en la primera. Esa cercanía y los problemas generados a los socialistas por la sentencia del caso Marey, en especial el encarcelamiento de José Barrionuevo y Rafael Vera, han favorecido un trato que no tenían antes del verano. Borrell consultó con él -y asumió sus sugerencias- la redacción y la presentación pública de su Manifiesto para una nueva época. El candidato ha asegurado a sus colaboradores que está decidido a aprovechar toda la ayuda que le pueda prestar González, quien en más de una ocasión le ha exhortado a que, en los actos públicos, no hable con tono profesoral, sino "con las tripas". No obstante, la sintonía y la comunicación entre ambos sigue sin ser la que une al ex presidente y a Almunia, si bien éste a veces encaja como una merma en su consolidación como secretario general la enorme capacidad de iniciativa y arrastre que sigue desarrollando González, por ejemplo, con la Declaración de Mérida.
Almunia ha preferido no comentar oficialmente su conversación del lunes, probablemente para no dar por hecho un aumento de protagonismo de Borrell que podría parecer que le viene impuesto o que no está suficientemente meditado.
Diálogo sin exigencias
De su lado, los asesores del candidato se han esforzado en plantear esa evolución como un diálogo sin exigencias. Almunia señaló ayer que la situación es mejor que hace cinco meses y que los ajustes se realizan con rapidez. El dirigente socialista catalán Narcís Serra se mostró ayer incluso convencido de que la evolución se irá viendo en poco tiempo y Borrell aparecerá con más nitidez ante la opinión pública como líder electoral.
En los próximos días, el candidato dedicará la mayor parte de su tiempo a hacer campaña electoral en Euskadi, donde exhibirá un discurso que combina el respeto a la diversidad cultural y la defensa de la unidad de España sin reminiscencia alguna de "nacionalismo español". Tras esas elecciones se presentará la primera plataforma de apoyo a su candidatura, integrada por dirigentes de UGT y CC OO.
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