Virtud recompensada
LOS INDICADORES económicos continúan dando muestras de solidez. La tasa de inflación interanual ha descendido cinco décimas en septiembre y se ha situado en el 1,6%, el índice más bajo desde julio del pasado año y a medio punto de la previsión del Gobierno para el conjunto del ejercicio. Eso quiere decir que en 1998 se conseguirá probablemente una tasa de inflación inferior a la prevista. El desempleo también ha evolucionado de forma relativamente satisfactoria: aunque el paro registrado subió en septiembre en 11.280 personas y afecta a 1.788.415 trabajadores -el 11,02% de la población activa-, según datos del Inem, es la subida más leve de los últimos años y confirma la trayectoria positiva del empleo. El descenso de la inflación y el del déficit público, que ha bajado el 40% en los primeros nueve meses de este año, dan la razón a quienes suponen que cuando se afianza el círculo virtuoso aumenta la facilidad para mejorar estos dos indicadores.Es posible insistir, por supuesto, en los rincones más preocupantes de la inflación española. Desde el recorte más moderado de la inflación subyacente -sólo dos décimas en septiembre- hasta la elevada tasa de crecimiento anual de los servicios, que se mantiene enquistada en el 3,8%, o el hecho de que buena parte de la caída de la inflación se haya producido por comparación estadística con un mes de septiembre de 1997 que fue especialmente negativo. Son indicadores que demuestran la limitada eficacia de los programas liberalizadores del Gobierno. No obstante, la desaceleración de los precios es un hecho de indiscutible fuerza política y económica. Permitirá que continúe bajando el precio del dinero no sólo hasta el entorno previsto del 3,3%, sino más allá a partir del 1 de enero de 1999. Porque si la inflación española se mantiene en tasas inferiores al 2%, se ajustará al marco ideal diseñado por Wim Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo, en el que ningún país europeo debería registrar aumentos de precios superiores al 2%. Ésta es una condición indispensable para que los tipos de interés continúen bajando en el espacio europeo a partir del 1 de enero y se refuerce así la necesaria estabilidad monetaria.
La inflación de septiembre despeja algunas incógnitas importantes. Una de ellas, quizá la de carácter más estratégico, es que, puesto que no se aprecian amenazas importantes en el área de los precios en el horizonte inmediato, las autoridades económicas deberían concentrar su atención en las previsiones de crecimiento de 1999 y en los efectos que puede tener la crisis financiera sobre el consumo, la inversión y los intercambios comerciales del país. Al fin y al cabo, el círculo virtuoso no es un círculo mágico que sea capaz de resolver eventuales problemas de estrangulamiento global.
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