"Mis viajes son interiores y mi territorio, Madrid"
A Madrid le une una relación de amor fuerte y duradera pero en Oviedo fue feliz. Hubo un tiempo de gracia para Fernando Beltrán, tardes infantiles en las que tener un balcón desde el que avistar el paso de los trenes y la lluvia se parecía a la felicidad. El balcón estaba en Oviedo, donde el poeta nació (1956). Y cuando a los nueve años se trasladó con su familia a Madrid, Oviedo se convirtió en un territorio mitificado, en el símbolo de su infancia. Madrid lo alejó del paraíso pero le reveló la fuerza de su escritura: la lluvia dio paso a la poesía. Con Aquelarre en Madrid, (que ahora vuelve a publicar Ediciones Vitrubio) obtuvo el áccesit del premio Adonais de 1982 y se dio a conocer. Luego siguieron otros poemarios, desde el reeditado Bar Adentro hasta Ojos de Agua o Gran Vía. Acaba de entregar a la editorial Hiperión La semana fantástica, que saldrá a la luz en 1999. Beltrán inició en los ochenta, junto a otros poetas, el Sensismo, movimiento de ruptura con la tendencia culturalista de la década anterior. Identificado con la poesía de la Experiencia, es autor de los manifiestos Perdimos la palabra (1987) y Hacia una Poesía Entrometida (1989). En ellos apuesta por una implicación del poeta en su entorno. Pregunta. Su infancia se quedó en Asturias y luego en Madrid descubrió la intensidad. ¿La dureza de la capital inyectó a su poesía la carga social que respira?Respuesta. Amo y sufro en Madrid y desde este entorno hago poesía. Comencé a escribir a los 15 años y llegué a ella como si fuera un grito.Rompí con mis estudios con gran disgusto familiar, me fui de casa a los 17 años y tuve que buscarme la vida. Era una buena época cultural y publiqué mis primeros poemas bajo la euforia de la movida de Madrid.
P. Ha escrito que para viajar no necesita paraísos exóticos.Y que cada vez viaja más y más cerca.
R. Mis viajes son interiores y mi territorio es Madrid. Cada vez que sales de casa para atravesar la ciudad inicias uno, y yo paseo con cualquier excusa. Viajo con los cinco sentidos. Los poetas somos okupas de la realidad y tenemos que ir con los ojos bien abiertos.
P. ¿Escribir de lo demasiado cercano, sea la vida cotidiana o el entorno urbano no es limitarse a lo efímero, a la pura peripecia?
R. Yo escribo desde la experiencia, es decir, desde lo inmediato, pero no sólo sobre lo inmediato. Para mí la poesía es cada vez más un estado de ánimo. P. Cansado de pasear por ese paisaje de guerra que recuerdan las zanjas de Madrid, anuncia que votará a quien proclame: "Cuatro años sin obras"...
R. Sí, es atroz que maltraten de ese modo a los ciudadanos, sobre todo a los ancianos. Y no sirve que digan que es para nuestro bienestar: nunca acabamos de disfrutarlas, la última destroza la anterior.
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