"Hace falta una guía del consumidor sobre las ONG"
El holandés Kees Biekart presentó el pasado jueves en Madrid el libro Compasión y cálculo, un análisis crítico de la cooperación no gubernamental al desarrollo (Icaria), del que es coautor. Miembro del Transnational Institute (TNI) de Amsterdam -red independiente de investigadores sociales, que organiza encuentros Norte-Sur-, sostiene una postura escéptica sobre la eficacia de las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) y reclama un debate sobre el futuro de la cooperación. "Tengo la impresión de que muchas críticas que se vierten en el libro son aún prematuras para la situación de la cooperación en España, pero sospecho que la dinámica que se ha dado en el norte de Europa y en EEUU y Canadá también puede plantearse aquí", dice.Pregunta. Usted diagnostica que la cooperación internacional está en crisis. ¿En qué se basa?
Respuesta. Todo el equilibrio mundial ha dado un vuelco en los años noventa, con el final de la guerra fría y de la polarización en dos bloques. Hay un debate interno en las ONG sobre su papel y su identidad, pero no trasciende fuera, y creo que los ciudadanos, tanto los donantes del Norte como los beneficiarios del Sur, deben conocer ese tipo de problemas. La verdad es que la calidad, la profesionalización y la planificación de las ONG han mejorado, y también su mercadotecnia para llegar al público. Se habla mucho del dinero de la cooperación, pero la cantidad de recursos económicos es un tema irrelevante. La clave está en que la ayuda oficial a la cooperación ha descendido, aunque el PIB de los países del Norte crece. También ha bajado globalmente el apoyo ciudadano a las ONG.
P.¿Es posible invertir esa tendencia?
R.Cada ONG tendrá que transmitir claramente qué es lo que hace, demostrar que hace lo que dice y ser fiable económicamente. Hoy, los donantes siguen dando su dinero a ciegas, como acto de fe. Hace falta una guía del consumidor sobre las ONG para saber qué hace cada una, y un ombudsman que medie entre las ONG y la ciudadanía.
P.¿Hay problemas de transparencia económica?
R. La práctica de las auditorías clarifica las cosas. Pero lo grave es que las ONG rinden cuentas a los Gobiernos, a la CE, hacia arriba, y no tanto hacia abajo, a los donantes. Lo difícil, y lo más necesario, es demostrar que lo que se hace es eficaz. Los resultados en materia de desarrollo son difíciles de medir, pero hay que hacerlo.
P. ¿Se puede establecer diferencias entre las ONG de desarrollo, las que intervienen en emergencias y las que gestionan apadrinamientos de niños? R.Toda ONG debe debatir sobre el impacto que causa. Las de emergencia necesitan recaudar rápido, actuar rápido y salir rápido del teatro de los hechos. Su impacto, a menudo, tiene efectos graves para el medio ambiente, para los conflictos en sí. Las de apadrinamiento me parecen una vía destructiva, pues utilizan la mercadotecnia sentimental de los niños y luego se encuentran con un montón de dinero difícil de gestionar.
P.Da la impresión de que ninguna ONG puede ignorar ya las denominadas leyes del mercado, la propaganda, el eco en los medios de comunicación. ¿Estamos ya en el todo vale?
R. El mercado está ahí, pero si la captación de fondos de las ONG no respeta un código ético, se manipulará la realidad y se pintará la vida en el Sur como un infierno. Y no lo es; es una vida dura, pero lo importante es saber que son las personas del Sur las que deben valerse por sí mismas. En cualquier caso, las ONG tienen que plantearse no sólo realizar los proyectos, sino en lo que quedará de ellos años después. Esa valoración requiere la voz de los beneficiarios. ONG como la red Oxfam, a la que pertenece Intermón, parecen ir por esa línea.
P.Movimientos como el 0,7%, ¿los ve positivos?
R.Es una idea muy buena, que representó que España se incorporase a un debate social que llevaba años en Europa. Las ONG tienen que conectar con movimientos sociales. Ahora va creciendo la red de comercio justo, de consumo ético, que extiende la conciencia ciudadana: es decir, impacta en el Norte.
P. ¿Qué futuro adivina?
R. Creo que habrá más competencia entre la cooperación gubernamental y la no gubernamental. Y desde luego entre las ONG. Unas caerán en la tentación de hacerse más institucionales, creyendo que la supervivencia depende de crecer sin tasa, y me temo que se harán cada vez más dependientes del poder. Otras intentarán refundar sus métodos para afrontar los nuevos desafíos, renunciarán al crecimiento y lucharán por recuperar su misión. Tiene sus riesgos, pero creo que es el camino.
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