JERÓNIMO BLASCO Y JAVIER UNCETA EXPERTOS EN ARQUITECTURA BIOCLIMÁTICA "El consumidor debería exigir una etiqueta verde para sus casas"
,La realidad de la construcción arquitectónica y urbanística que aplica criterios de ahorro energético está siendo puesta a debate en Pamplona por el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro a través de unos Encuentros que se van a prolongar durante todo el otoño. Jerónimo Blasco, jurista, y Javier Unceta, arquitecto, han participado en ellos para hablar de sus experiencias. Pregunta. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a la arquitectura bioclimática? Respuesta. De algo tan sencillo como recuperar el sentido común en la construcción y utilizar el clima de una manera positiva. No hacer edificios en función sólo del diseño que después tienen un coste energético desorbitado, sino construir consiguiendo como mínimo unos porcentajes de ahorro en el consumo energético de las viviendas de entre un 30% y un 40%. P. ¿Excede el concepto bioclimático a la simple construcción de edificios? R. Sí, existe una serie de criterios que hay que aplicar en el diseño urbanístico. Ahí estamos luchando nosotros. Cuando se diseña un barrio o un plan parcial hay que aplicar ese sentido común. Es casi imposible recuperar esos criterios en barrios o edificios ya construidos. Lo ideal es crear la ciudad bioclimática desde el principio. P. ¿Existe un decálogo de la construcción bioclimática? R. Lo primero es la concepción ecológica. Aunque parezca lo contrario, una ciudad compacta es mucho más ecológicamente sostenible que otra dispersa, de unifamiliares. Después hay que seguir unas normas básicas: orientación sur, urbanizar según los vientos de cada zona, la luminosidad. Trabajar en aislamientos, en el aprovechamiento de la energía solar y, por último, en el área urbanística, romper la zonificación de usos de la ciudad no construyendo barrios dormitorio o zonas exclusivamente industriales o comerciales, sino integrando todos los usos. P. ¿Qué legislación existe en el campo bioclimático? R. No existe prácticamente nada. Apenas unas normas mínimas sobre aislamientos. En las ciudades donde se han construido barrios bioclimáticos, se ha tenido que crear una ordenanza especial, como nosotros lo hemos hecho en Zaragoza para un barrio nuevo. P. ¿No interesa a las autoridades este terreno? R. Les interesaría más si el consumidor presionara. Es muy importante el tema de la etiqueta. Si el consumidor, cuando va a comprar una casa que es la mayor inversión de su vida, supiera lo que va o no a ahorrar energéticamente en cada caso, y hablamos de muchos miles de pesetas al año, podría elegir. Pero ahora no lo sabe. Nadie se lo dice. En otros países existen ya esas etiquetas bioclimáticas de ahorro. Aunque las viviendas cuestan algo más, se lo ahorran en pocos años. P. ¿Qué sobrecoste generan estos criterios? R. En las normas aplicadas en Aragón, entre un 8% y un 10% de sobrecoste, amortizables en tres o cuatro años. Pero hay que hablar de medidas de apoyo en la concesión de subvenciones o de créditos hipotecarios específicos. De momento en Aragón, Navarra o Euskadi, por ejemplo, hay subvenciones para elementos puntuales de eficiencia energética en la construcción. P. ¿Se le está dando al consumidor gato por liebre en algunas promociones que se cuelgan la etiqueta de verdes o ecológicas sin serlo? R. En realidad puede haber todos los engaños que se quiera, porque no hay ningún control oficial, ni existe norma alguna ni los técnicos están preparados para comprobar los criterios de ahorro energético. El lado por el que más avanzaríamos sería el del consumidor. Si éste exigiera la etiqueta consciente del dinero que se juega, la cosa cambiaría.
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