Lo privado
Según V. Camps (véase EL PAÍS, del 27 de septiembre), lo de Clinton es una cuestión privada y el control del fiscal Starr de su vida privada debe calificarse de fundamentalista. Pero ¿es realmente un affaire privado? La ilustre profesora de ética lo da por supuesto. ¿Es privado lo que ocurrió en un lugar de la máxima representación institucional, la sede del Gobierno de la nación? La joven Lewinsky era entonces persona contratada por la Administración del Estado. ¿No tuvieron lugar las relaciones extramatrimoniales de Clinton en horas de oficina y las conversaciones telefónicas no se hicieron utilizando las líneas de la residencia oficial del presidente? Si con el término privado quiere decirse que la relación con la llamada becaria fue íntima, ¿sería también una relación privada si Clinton, en las mismas circunstancias de lugar y tiempo, hubiera estado jugando al póquer con la Lewinsky? ¿No sería, efectivamente, algo privado si hubiera hecho con Hillary lo que hizo con Mónica?Se pretende que entendamos "algo privado" como sinónimo de relación sexual, aunque sea extramarital, reclamando respeto para la vida privada del presidente. Debe deducirse, por tanto, según Camps, que es fundamentalismo investigar la conducta de un responsable público que en horas y lugar de trabajo, tiene relaciones "privadas" con una persona empleada a su cargo, aunque esa relación pueda suponer algún tipo de perjuicio para la cosa pública. Por ejemplo, comprometer la confidencialidad de su trabajo o la imagen del cargo que temporalmente ostenta. Por cierto, no se entiende por qué se cotiza tanto la imagen de un político antes de su elección y no parece valer nada después la imagen de la institución a la que representa; ni siquiera se admite que tal comportamiento pueda ser "políticamente incorrecto". Tiene razón la ministra de Educación, E. Aguirre, cuando subrayaba, en el recién clausurado Congreso Iberoamericano, que la filosofía debe iluminar a la humanidad en la solución de sus problemas.- .
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