La Alianza Atlántica da la orden de activar los ataques aéreos contra objetivos serbios
Al borde de la guerra y al filo de la paz. El pulso entre el dictador serbio, Slobodan Milosevic, y la comunidad internacional alcanzó anoche su momento más tenso. A la 1.30 de la madrugada de hoy, la OTAN dio la orden de activación (ACTORD) de una operación de ataques aéreos contra objetivos serbios. La aprobación, adoptada con la anuencia de las dieciséis capitales de los países miembros, se aplicará no antes de cuatro días, plazo suplementario concedido a Milosevic para que cumpla con todas las exigencias impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU.
El ultimátum diferido se debió a que "hay avances importantes", explicó esta madrugada el secretario general de la OTAN, Javier Solana. Milosevic ha asumido casi todas las exigencias de la resolución 1.199 del Consejo de Seguridad, según testimonio de Holbrooke, quien a las nueve de la noche se reunía con el Consejo Atlántico, los embajadores de los Dieciséis. El hombre de Belgrado ha aceptado poner fin a la violencia; retirar sus tropas regulares y policiales de la provincia kosovar, de mayoría étnica albanesa; iniciar unas negociaciones serias para devolver la autonomía a Kosovo; y franquear el paso a la ayuda humanitaria internacional.Pero todavía una condición permanecía en la bruma: la vigilancia internacional de que cumple efectivamente ese compromiso, de forma que no vuelva a burlarse de la comunidad internacional. La idea es montar un mecanismo de verificación, con un componente aéreo, a cargo de la Alianza Atlántica -que inspeccionaría los movimientos de tropas desde espacio aéreo serbio-, y una rama terrestre, a cargo de una misión de la OSCE completada con observadores internacionales de países no europeos.
Quedaba por acordar el mecanismo de protección de los observadores y el papel exacto de la OTAN. Pero sobre todo persiste el último gran escollo. Milosevic se negó en redondo a comprometerse ante Holbrooke -quien ostenta en esta negociación no sólo el mandato de su país, EEUU, sino de todo el Grupo de Contacto, incluida Rusia- a cooperar con el Tribunal Internacional de La Haya que persigue crímenes de guerra. El Tribunal se consideró competente para actuar de oficio convocando a los presuntos responsables de las matanzas en Kosovo. Por tanto, Belgrado debería entregarlos. Pero eso significa que acudirían, a declarar o como inculpados, los ayudantes militares de Milosevic. Y de ahí a su denuncia y comparecencia no quedaría más que un paso, que el presidente yugoslavo pretende a toda costa evitar.
Llegado a este punto de bloqueo, Holbrooke decidió a primera hora de la tarde de ayer suspender las negociaciones hasta hoy. Y emprendió un súbito viaje a Bruselas, con el fin de pedir a la OTAN que le reforzara su acción diplomática con el único carburante que entiende su interlocutor, la inmediata amenaza militar. Mientras, el Consejo Atlántico iniciaba su segunda reunión -por la mañana había realizado una evaluación de la situación-, después de que Solana y el presidente de turno informaran de todos los detalles a la delegación rusa.
El encuentro de los embajadores, que se iniciaba a las 17 horas, tenía previsto llegar a una conclusión sobre el último y definitivo grado de presión disponible: la emisión de la activation order, la orden de actuar, por la cual los políticos y diplomáticos entregan la responsabilidad a los militares, y éstos emprenden la ejecución de los planes de bombardeo aéreo.
Al conocer la inminente llegada de Holbrooke, los embajadores prefirieron posponer su decisión hasta conocer por su boca los detalles de la negociación. El acuerdo del ultimátum con plazo de cuatro días se alcanzó tras evacuar consultas con las capitales de los países miembros. Esta decisión no equivale automáticamente a la orden de disparar los misiles, aunque lo permite, y por eso supone un aumento de la presión sobre Belgrado.
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