En memoria de José Luis Ortiz de Lanzagorta
Como del rayo, ha muerto en Sevilla J. L. Ortiz de Lanzagorta. Era un hombre bueno, una energía en acción, un profesor de energía, como decía Darío recordando a Nietzsche, que contribuyó decisivamente a animar la vida cultural de Sevilla en los primeros años setenta con las páginas literarias que coordinó en El Correo de Andalucía y que alcanzaron un destacado nivel en aquellos años inciertos. Lanzagorta estuvo siempre en primera fila: como cristiano de base que era; como animador de la vida cultural andaluza, que lo llevó a participar activamente en el movimiento de los narraluces: escribió entonces una novela llena de audacia y desparpajo; fue biógrafo de Blas Infante; tradujo el libro de Joseph Peyré La Passion selon Seville; amaba la poesía y cultivó con solvencia el artículo periodístico. Sevilla era su mundo porque era el mundo que le había tocado -igual se hubiera desenvuelto en otro- y él dio ejemplo continuo de fervor vital de combatiente de muchas causas, aunque bastantes se las llevara el viento.-
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