Brasil anuncia un programa de ajuste fiscal "dramático, definitivo y permanente"
El programa de ajuste fiscal que prepara el Gobierno brasileño para poner en orden sus finanzas será "dramático, definitivo y permanente", y supondrá un esfuerzo fiscal de 20.000 millones de dólares para 1999 (tres billones de pesetas), según anunciaron ayer responsables del Banco Central. Como consecuencia, "los tipos de interés caerán rápidamente", afirmó, optimista, el presidente del banco, Gustavo Franco. Los resultados de los comicios del domingo permitirán al reelegido presidente Fernando Henrique Cardoso poner en marcha el plan para intentar salir de la crisis.
Ayer mismo, Cardoso mantuvo una reunión con altos funcionarios del Ministerio de Hacienda. Cuando ya se ha escrutado el 80% de los votos, Cardoso consigue el 52%, por delante del 32% del candidato de la alianza de izquierda, Luiz Inacio Lula da Silva, y del 11% de Ciro Gomes, del Partido Popular Brasileño (PPB). Cardoso ha ganado las elecciones en la primera vuelta, pero con menor amplitud que la que reflejaban las encuestas y presagiaba el equipo de campaña del presidente.Uno de los ejes del ajuste fiscal que el Gobierno enviará al Congreso es un recorte del gasto de los Estados, según adelantó el presidente del Banco Central, Gustavo Franco. Éste ha negado la posibilidad de una devaluación del real (la moneda brasileña), considerada como inevitable por numerosos economistas, o de un deslizamiento de la banda cambiaria del 0,6% al 1% mensual, como llegó a sugerir un alto funcionario de Fondo Monetario Internacional (FMI).
Reducción del gasto
El Gobierno calcula que el plan de estabilización de la economía brasileña -una de las 10 más grandes del mundo y cuyo producto interior bruto es el 45% de América Latina- a tres años vista debe situar a finales del año 2001 el déficit nominal (gastos más intereses) en el 3% del PIB, en comparación con el 7,5% estimado para este año.No es por azar que Cardoso pretende una drástica reducción de los gastos de todos los Estados de Brasil. De los 36.900 millones de dólares (más de 5,5 billones de pesetas) que Brasil ha ingresado en las privatizaciones llevadas a cabo en lo que va de año, 11.000 millones fueron a parar a las arcas de los Estados. El Gobierno federal dispondrá de un mecanismo de control del gasto de los Estados que incluye la posibilidad de retener sus impuestos si sobrepasan el límite de dispendio.
La medida promete chocar con la oposición de un buen número de gobernadores, con amplio grado de autonomía y poco acostumbrados a dar explicaciones al poder federal.
A pesar de que tanto en Washington como en Brasilia se asegura que las negociaciones con el FMI para un paquete de ayuda financiera están muy avanzadas, el Gobierno de Cardoso no ha hecho todavía ninguna petición formal. Brasil insiste en un planteamiento global, distinto de la clásica receta del FMI de trabajar caso a caso, ya que considera que la crisis financiera internacional es un problema general del propio sistema.
De ahí el énfasis de Brasilia en asegurar su independencia en el manejo de la política económica del país y las reticencias a firmar un programa de ajuste directamente con los organismos financieros. El ministro de Hacienda, Pedro Malan, lo dijo claramente en la reunión del Fondo en Washington, donde calificó de "decepcionante" la actuación de la comunidad internacional para una recuperación del crecimiento económico y la prevención del contagio de las crisis financieras.
Hablando en nombre de toda América Latina, el ministro brasileño dijo que el impacto de la crisis asiática en la región "ha sido devastador en términos de pérdida de producción, destrucción de empleo y del valor de los salarios reales, insolvencia del sector privado y deterioro de las condiciones sociales". Los mercados mejoraron ayer su comportamiento en relación con el mantenido el día después de las elecciones. La Bolsa de São Paulo registraba a primera hora de la tarde una subida del 5,7%, y la de Río de Janeiro, el 1%. La desconfianza de los inversores en relación con la volátil situación brasileña no ha desaparecido. El recuerdo de lo ocurrido en octubre del año pasado está muy presente: Cardoso prometió un duro ajuste fiscal a raíz de la crisis asiática (habló de un corte de 20.000 millones de dólares) y el resultado fue que en 1997 el déficit público aumentó del 3,5% a un 7,3% del PIB.
A la espera de cerrar el escrutinio, el presidente reelecto no ha hecho una declaración oficial sobre el resultado. Quien si habló fue el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Ilmar Galvão, que consideró preocupantes las denuncias de manipulación de las encuestas electorales (efectuadas por el Partido de los Trabajadores) y anunció la adopción de nuevas medidas de control a la hora de difundir la intención de voto del electorado.
Este mayor control podría entrar en vigor durante la campaña de la segunda vuelta para elegir a los gobernadores que no salieron elegidos en el primer turno. Varios candidatos han denunciado que los sondeos fueron abiertamente desmentidos por los resultados en diversos Estados del país.
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