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El presidente que bate récords negativos

Bill Clinton comenzó su segundo mandato con la voluntad de hacer "algo histórico" en materia de política interior o exterior. Ahora tiene asegurado su pase a los libros de texto, pero por los problemas que le están causando sus aventuras sexuales. El pasado enero se convirtió en el primer presidente en prestar declaración en un caso civil, la denuncia por acoso sexual de Paula Jones; en agosto, en el primero en declarar como acusado ante un gran jurado, el del caso Lewinsky, y esta semana, en el tercero en la historia de EEUU, el segundo en este siglo y el primero demócrata, en ser sometido a una investigación susceptible de impeachment o destitución.

El debate de los próximos meses está servido. Los republicanos dicen que no les preocupa el aspecto moral privado del caso Lewinsky, sino las mentiras bajo juramento. Los demócratas, como adelantó el lunes John Conyers, su líder en el comité de Asuntos Jurídicos, llevarán la discusión a la cuestión de si la mentira en defensa de la vida privada es base suficiente para destituir al presidente. "Esto", dijo Conyers, "no es Watergate, es una aventura extraconyugal".

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De obtener permiso del pleno de la Cámara de Representantes, el comité iniciará sus audiencias públicas tras las elecciones legislativas del 3 de noviembre. Éstas serán semejantes a la de Watergate: con interrogatorio a los testigos y evaluación de las pruebas físicas. Monica Lewinsky será citada y quizá también el presidente. Los abogados de Clinton estarán presentes y ejercerán todos sus derechos.

Antes de Año Nuevo

Henry Hyde, el presidente republicano del comité, ha declarado que su deseo es terminar la instrucción antes de Año Nuevo, pero también ha precisado que ése es "uno de esos deseos que se hacen en Año Nuevo y luego no pueden cumplirse". La de Watergate duró siete meses.La investigación tendrá que decidir dos cosas: si las acusaciones contra el presidente están fundadas y si entran dentro del campo de esos "serios crímenes y fechorías" que la Constitución establece como base para el impeachment. Si la respuesta es positiva en ambos casos, recomendará al pleno de la Cámara que procese para su destitución al presidente. Hasta aquí llegó Watergate: Nixon dimitió en ese instante.

El pleno de la Cámara tendría que votar el impeachment, para lo que basta mayoría simple. El Senado entraría entonces en acción. Se constituiría en tribunal que decidiría la suerte de Clinton. Para sacarle de la Casa Blanca precisaría de una mayoría de dos tercios. Jamás un presidente ha sido destituido. En el primer proceso de impeachment, Andrew Johnson escapó a esa humillación por un voto.

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