"Pediremos ayuda a gritos para parar la guerra de Argelia"
Como les debe ocurrir a los argelinos que logran salir de su patria, aunque sea por unos días, Anissa Budahadef debe esforzarse para encontrar palabras que puedan describir con precisión el horror que sacude al país magrebí desde hace seis años. Da la impresión de que prefiere no entrar en detalles truculentos sobre las matanzas que se suceden día sí y día también. "Dramas tremendos", "crisis dramática", "callejón sin salida" son las genéricas descripciones que hace de la guerra, de la persistente violación de todos y cada uno de los derechos humanos. Budahadef (Miliana, Argelia, 1940), máxima responsable del área de Derechos Humanos del opositor Frente de Fuerzas Socialistas argelino, empezó su lucha política en la revolución que culminó, en 1962, en la independencia. Y proclama que la solución a la guerra debe cumplir tres requisitos: "Ser pacífica, política y global". Los últimos seis años, dice, han dejado bien patente que "la solución militar ha fracasado". Padece con sus más de 20 millones de compatriotas una guerra que, que como ella misma explica, no es tal para el poder argelino. Por si quedara alguna duda, recuerda las frías cifras del espanto: "Más de 100.000 muertos y miles de desaparecidos". Lo hace, explica, para contrarrestar los esfuerzos del Gobierno argelino de "minimizar" la magnitud de la carnicería. Esta doctora -que ha logrado compatibilizar la medicina con la política, sobre todo la referida a la sanidad, las mujeres y los derechos humanos- cree que los argelinos de a pie confían en que "la comunidad internacional presione al Gobierno para salir de esta crisis". A su juicio, se trata de una crisis más amplia que la guerra, aunque ésta sea su expresión más descarnada. A los enfrentamientos constantes entre el Ejército y la guerrilla integrista se añaden "la amenaza del paro, la escasez de vivienda, las deficiencias del sistema de salud y del educativo...", enumera. Budahadef recaló ayer durante unas horas en Bilbao, donde por la tarde ofreció una conferencia. Era la encargada de inaugurar el ciclo sobre los derechos humanos en el mundo que ha organizado la ONG Solidaridad Internacional durante este año. A ella le seguirán otras gentes que se han distinguido por su defensa de los derechos humanos. Habrá extranjeros y españoles. Tras unas afrancesadas gafas de montura verde, la dirigente socialista relata emocionada un ejemplo de la esperanza creada por una visita de representantes de la ONU a Argelia. Aprovechando su presencia, "millares de familias les denunciaron que sus hijos habían desaparecido". "Algunos llevaban desaparecidos desde 1993 o 1994. Fue impresionante", cuenta. Este despertar ha cuajado en algo similar a las madres de la Plaza de Mayo argentinas: "Las esposas, las madres se han agrupado para reclamar a los partidos que les digan dónde están sus maridos y sus hijos". Recalca que las injusticias -la discriminación a las mujeres causada "por una religión mal entendida" por los integristas- les ha dado fuerzas. Las argelinas "no sólo tienen reivindicaciones feministas, sino democráticas. Porque saben que su porvenir dependerá de la democracia". "La gran aspiración hoy es la paz porque sin ella no se puede construir nada". Hasta que llegue, advierte, "el pueblo argelino hará todo lo que pueda, dentro y fuera del país", para pedir ayuda a gritos y "parar la guerra".
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